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martes, 10 de diciembre de 2019

Ad Astra (2019)


         Llevo varios meses escuchando que “Ad Astra” (2019) es un peliculón. Una gran película de Ciencia Ficción, protagonizada por Brad Pitt. A mí, después de ver los avances de la película en el cine, no me convenció. Y hoy, por fin, me he decidido a alquilarla, y, efectivamente, amigos, no me convence ni a la de tres. Atención, reviento varias partes de la trama en esta entrada. Bueno, en realidad, toda la película.

        Hay películas que tienen de tras a una serie de críticos, supongo que pagados, para decirte que una u otra película es la hostia. Desgraciadamente, yo no soy uno de ellos (y eso que necesito la plata). Con “Ad Astra”, te encuentras a Roy (Brad Pitt), un astronauta que nunca supera los ochenta latidos, aunque se esté cayendo de una torre de comunicaciones que explosiona (¿¿En el espacio??) de 200 o 2000 km de altura.

        El caso es que, al nene, después de una hostia desde la estratosfera o de la troposfera, sin un rasguño y con un paracaídas de cartón piedra, le encomiendan la malvada misión de ir a buscar a su propio padre a Neptuno, adonde fue a comprar tabaco (él decía que a buscar extraterrestres) hace treinta años, y no ha vuelto. De vez en cuando, él tiene recuerdos de su pasado, durante toda la cinta, tipo “Solaris”, que te hacen creer que aún hay esperanza de ver algo bueno, pero no amigos… No os ilusionéis.

        Primero, hay que ir a la Luna, y desde allí a Marte, para ver si se le manda un “guasap” a Neptuno, para tantear el negocio. Y tú te preguntas si no sería más sencillo mandar un mensaje primero a la Luna o a Marte, y desde allí que se lo manden a los Neptusianos. El caso, ya en la Luna, hay un ataque de piratas lunáticos en los que los militares demuestran que ser unos fantoches que no hacen nada ante un ataque, salvo gritar y decir gilipolleces. Prácticamente, el bueno de Roy salva la situación en una interesante escena.

        Después, se mete en una nave, con destino a Marte, donde la tripulación es completamente inepta, por variar, mientras la voz en off de Roy nos informa, como si estuviera en un bar de Jazz a las dos de la mañana. De camino a Marte, una nave en apuros les manda un mensaje de auxilio. Al no tratarse de la “Nostromo”, sino de una nave noruega, deciden pararse a ver que les pasa. Y, lo que les pasa, es lo más normal del mundo. Unos monos espaciales han tomado el control de la nave, y se cargan a todo el que se acerca a hacer preguntas, incluyendo a Testigos de Jehová y a vendedores de seguros. Por supuesto, Roy vuelve a salvar, una vez más, la situación. Así como el aterrizaje en el planeta rojo, donde la tripulación se lo hace encima a las primeras de cambio.

        Una vez en Marte, llevan a Roy a la radio, a que grabe un mensaje para su padre, invitándole a participar en un “reality” del tipo “Hay una carta para ti” o algo parecido, pero sin Isabel Gemio. Una auténtica estupidez. Va muchas veces a la emisora, para ver si el padre se viene a buenas, y acepta la invitación. Y cuando la aceptan, le dicen que el programa cierra por falta de audiencia. Pero, en realidad, lo que sucede es que han descubierto que el padre de Roy está zumbado, de ver tantos programas de “Alienígenas ancestrales”.

        Roy se cuela en la nave que le ha traído a Marte, la Cefeo, que va a Neptuno a llevar unas pizzas, pero se carga a la tripulación al descubrir que llevan piña. Cuando llega a Neptuno, se encuentra que se han matado todos, pero queda su padre, que le pregunta si el Madrid sigue siendo Campeón de Europa. Ante la respuesta negativa de Roy, su padre decide quitarse la vida, y Roy triste, para resarcirse, explosiona una nuclear que llevaba en el bolsillo antes de volver a casa por Navidad…

        Resumiendo, pues. La película es un coñazo de dimensiones épicas, por mucho que nos intenten vender la moto. Le sobra media hora larga, y aún así bostezarás como un perezoso en un eucalipto. Mal argumentada, bien técnicamente. Habrá escenas, como la de los piratas lunáticos y los monos espaciales, que te quedarán con el culo torcido de lado a lado, pero poco más…

1 comentario:

Carlos dijo...

Soporífera y aburrida. El papá y el nene podrían haber arreglado sus traumas familiares en el psicólogo del barrio y no irse tan lejos.