Con “Quiero comerme tu páncreas”
(2018) me he jartado de llorar. Está basada en una novela, se ha hecho
el manga, una película de acción real, y ahora, tenemos el anime. Sakura
es una joven de instituto, tiene una enfermedad mortal que afecta a su páncreas
y va a fallecer en pocos meses.
Un día, se fija en un
joven solitario e introvertido de su instituto. Intenta salir con él, poco a
poco. Le confiesa que tiene una enfermedad y que va a morir, por lo que quiere
aprovechar al máximo su tiempo, pero el chico tiene el ánimo, la empatía, y la
expresividad de un palo seco.
Sakura es todo amor,
felicidad y ganas de vivir. Y él (no pongo su nombre, porque cuando lo dice, el
ruido de un tren evita que lo oigas en la película, pero lo dice al final...) es todo lo contrario, una
especie de zombie. Pero, poco a poco, Sakura va quitándole las capas que tiene
el chico, que son muchas, y el amor, por fin comienza a aparecer (aquí, yo ya
estaba llorando como una magdalena) y el chico cambia. Pero, claro, ya desde el
principio sabes cómo va a acabar todo… Y, es que, todo, está conectado.
La película, en algunos
aspectos, me ha recordado a “Your name”
(2016). Los japoneses saben hacer dramones como nadie en el planeta, son unos
verdaderos maestros del romanticismo trágico, y, si encima le meten musiquita, entonces
ya…
P.D: Por cierto, hay una escena post-créditos que es mejor no perderse.
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