A la serie “El cuento de la criada” (2017) he llegado
bastante tarde, como con otras muchas cosas. Está basada en un libro de
Margaret Artwood de 1985, sobre un futuro distópico, donde unos terroristas,
conocidos como “Los hijos de Jacob”, perpetran tres ataques simultáneos contra
los poderes orgánicos de los Estados Unidos: Presidente, Congreso y Senado,
cargándose de paso la Constitución, a la que anulan. Viven en un planeta donde
la especie humana cada vez es más infértil, y son pocos los que pueden
procrear, aparte de que los desastres ecológicos se suceden junto a las
guerras.
Desde ese momento, decretan una especie de teocracia
machista absolutista, basada en el Antiguo Testamento, con una estructura
neofeudal, por la que las mujeres salen bastante perjudicadas, ya que pierden
propiedades, derechos (entre otros, leer y escribir), independencia… Y se
convierten en esclavas de un patriarcado feroz regido por comandantes. Las
fértiles tienen el papel de procrear hijos por el bien de la sociedad, y el
resto, a servir. Los Estados Unidos se descomponen, y la acción narrativa
transcurre en uno de los pequeños países creados: Gilead, que tiene unas
colonias chungas de las que nadie sale vivo, aunque no sé bien por donde quedan
geográficamente. Los disidentes, traidores y homosexuales, son castigados con
la horca y expuestos en lugares públicos (todo muy medieval). Hay países, como
Canadá y México, que se mantienen democráticos, por las referencias que se dan
en la serie.
Hay distintos estamentos sociales. Las criadas, con una
estética neocolonial (Parecen peregrinas de Harlem, o puritanas del MayFlower),
ocupan el más bajo, ya que están en régimen de esclavitud, adscritas a una casa
(como siervas) y a un señor (neofeudal), cambiando su nombre de pila por uno
que empiece por “De”: DeSmith, DeWarren… Los privilegiados viven a tutti plein,
y practican todo lo contrario que predican con su fundamentalismo religioso. Son dueños y
señores de todo el cotarro, malvados y sanguinarios.
La serie está muy bien, pero hay capítulos en los que me he
puesto a bufar, ya que no sucedía nada relevante. Para mí, lo interesante de la
historia, de la narrativa, es ver como funciona esta sociedad cruel e inhumana.
Lo demás casi que lo considero secundario, ya que los derroteros que toma la
protagonista varían según el viento. Me gustaría saber cómo evolucionará esta
sociedad teocrática en la Segunda Temporada, si habrá revoluciones, guerras o
tratados comerciales. Sociedad teocrática, por cierto, que elige el cristianismo
del Antiguo Testamento, si hubieran elegido otra fe para la distopía hubieran
tenido serios problemas, pero creo que le hubiera pegado mucho más que el
cristianismo, que, al fin y al cabo, está en clara remisión desde hace años y
no es una amenaza fundamentalista… Así que no me queda otra que verla, claro
está. Aparte de mi reflexión, creo que la serie hay que verla, para evitar que
sucedan estas distopías, que no son exageradas, para los tiempos que corren.
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