A lo largo de mi vida he
conocido a gente que le encanta el régimen dictatorial de la República Popular “Democrática”
de Corea del Norte. Ven en ese país, un ejemplo de sociedad igualitaria,
socialista y bla bla bla, (¡¡Oh, Amado Líder!!), donde yo solo veo una cruel dictadura,
llevada por un loco sanguinario, cuyo pueblo pasa hambre y pobreza desde hace
más de setenta años.
“El cumpleaños de Kim
Jong-il” (Astiberri, 2017) de Aurélien Ducoudray y Mélanie Allag, es de los
pocos cómics que he leído dedicado a Corea del Norte. Siempre recuerdo “Pyongang”
(Astiberri, 2005) de Guy Delisle, que me leí hace unos años, pero al que no
llegué a dedicar una entrada en el blog, donde me llamó la atención el
hermetismo del régimen, y la ley marcial que se vive allí, la incoherencia y la
deshumanización existentes en ese país desde hace décadas, y que, como os digo,
tanto admiran algunas personas que he conocido (todos con licenciaturas
superiores, por cierto), y que el lector sobrelleva porque el absurdo,
finalmente, a través de Guy Delisle, lleva al humor.
En este, el absurdo
lleva al horror. Se trata de la historia de Jun Sang, un nene norcoreano de
ocho años, orgulloso porque cumple años el 16 de febrero, el mismo día que el
bienamado dirigente Kim Jong-il. El nene, como el resto de la sociedad norcoreana,
tiene el cerebro sorbido desde bien pequeño, y solo cree en el régimen norcoreano,
a pies juntillas, sin llevar a plantearse nada más en ningún momento: Canciones
patrióticas, mentiras repetidas mil veces, los enemigos títeres del sur y los
perros americanos, son el pan nuestro de cada día.
La corrupción, el hambre
y el miedo a ser denunciado y acabar en un gulag o centro de reeducación (unos
buenos pocos de años), también suele ser común en la vida de un norcoreano. La
vida de Jun cambiará cuando sus padres decidan, tras una hambruna brutal, que
el régimen siempre trata de ocultar al exterior, huir a China, siendo arrestados
por ello. Solo entonces, la mirada y la inocencia de Jun comenzarán a cambiar,
a forjarse, y a ver a su Corea del Norte natal, con otros ojos: Los de la
desesperación, el miedo y la desesperanza.
El cómic es
impresionante. Brutal. Necesario. Imprescindible. Este cómic es de los que
abren mentes, y, es una pena, que, haya hoy en día, en Occidente, personas que
defiendan este régimen que consideran “democrático”. Por favor, cuanto enfermo
mental. No dejes de leerlo.
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