Era demasiado pequeño, a
finales de los setenta, principios de los ochenta, y “Creepy” o “Zona 84” no
eran los típicos cómics que me dejaran comprar, aunque si que los leía con
avidez cada vez que uno de ellos caía en mis manos.
Hace relativamente poco,
compré el primero de los integrales que circulan ya por librerías especializadas.
No es lo mismo que aquel formato de “Creepy”, pero es, al menos, la oportunidad
que nos queda de volver a leer, y a disfrutar, las viejas historias del tío
Creepy y aquellos fantásticos dibujos de la etapa dorada del cómic de terror,
encabezada por un tipo, como James Warren, que tenía olfato para estas
publicaciones, y que consiguió que la flor y nata de guionistas y dibujantes
trabajaran con él en un formato de historias que no pasaban de cuatro páginas dobles,
habitualmente, por cada historia de terror.
Era, igualmente, la
etapa dorada de terror en el cine, y “Creepy” (1964-1983) se subía, hábilmente,
a ese carro, abriendo un correo de lectores y con un pequeño, pero incipiente “mercadeo”
de productos relacionados, con una tirada, que, en sus buenos tiempos, llegó a
los tres millones de ejemplares.
Artistas como Joe
Orlando, Al Williamson, Roy Krenkel, Frank Frazetta, Gray Morrow, Angelo Torres…
Por citar a algunos, hicieron las delicias de la publicación, que,
posteriormente decayó bastante hasta su desaparición, y que, hoy en día, tiene
varios miles de fans aún (vivos de momento) hipnotizados por las viejas
historias de vampiros, zombies y hombres-lobo.
De momento, solo tengo
el primer integral (“Creepy”, Planeta, 2009), aunque sé que hay al menos dos o
tres más, pero merece la pena hacerse con ellos, aunque ya no sean aquellos
viejos “Creepy” para disfrutar de sus terroríficas historias.
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