Ciertamente, cuando vi el avance
en el cine, pues no me llamó mucho la atención esta “Spiderman: Un nuevo universo”
(2018). Pensé que era otra ida de pinza de algunos guionistas aburridos, que,
hartos de sacarle pasta al personaje, se sentían con ganas de darle una vuelta
más de tuerca. Los reinicios, las revueltas y los comienzos de Spiderman,
llevan tantísimos, que yo, personalmente, he perdido la cuenta hace tiempo. Y,
eso, de entrada, pues me suele echar para atrás, y en este caso concreto fue
algo que no me movió a ir a verla.
Hoy la he alquilado, y la
verdad es que me ha entretenido mucho en sus casi dos horas de metraje.
Por un lado, tenemos a Miles
Morales, un joven admirador de Spider-Man, hijo de una enfermera y un policía,
que ha cambiado de instituto, a uno pijo de Brooklyn. Allí conoce a una chica, Wanda,
que lo trae loco. Una araña radioactiva, por cierto, le pica mientras hace un
graffitti con su tío. Por otro lado, Spider-Man se encuentra luchando contra
Kingpin y algunos villanos de alquiler, para evitar que El Colisionador, último
invento de la Doctora Octavia “Octopus”, traiga de vuelta a las versiones
alternativas, de otra dimensión, de la mujer y el hijo de Kingpin, fallecidos.
Spiderman falla en la misión,
y es asesinado por Kingpin. La aparición de El Duende Verde, combinado con El
Merodeador (Prowler) hace que Peter Parker muera en batalla, pero, antes el
aparatejo ha traído de otras dimensiones las alternativas a Spiderman: La
propia Wanda es una de ellas, un depresivo y abandonado Peter Parker es otra,
un Spiderman monocromático de 1933 que se zurra con los nazis (Nicolas Cage en
la versión original), una japonesita muy anime que tiene una conexión
telepática con una raña que pilota un robot (no preguntéis, de verás, lo sé, lo
sé…) y un Spider-Cerdo que remata el elenco.
Todos juntos deberán colaborar
con Miles, que asume la identidad del nuevo Spiderman de su dimensión, para derrotar
a Kingpin y a su compañía de villanos, y hacer, de paso, que cada Spider
regrese a su Universo, antes de que acaben desapareciendo en la nada absoluta…
Tenemos pequeña aparición del fallecido
Stan Lee, humor, guiños, una estética que cambia continuamente: Digital,
clásica, comiquera, anime… Es una cinta que me ha parecido muy entretenida, y
muy recomendable, y con una divertida escena post-créditos, que, además sea
dicho, tiene algunos premios cinematográficos importantes en su haber, entre
otros un Óscar a mejor película de animación… Pero como fan de Spiderman, me
sigo quedando con el clásico, con el de toda la vida, con el eterno Peter
Parker de los cómics.
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