Hasta
hace unos tres años, no tenía ni idea de quien era Mary Beard (1955). Fue cuando le dieron el Premio Princesa de
Asturias de Ciencias Sociales de 2016 cuando comencé a oír, y a interesarme,
por lo que decía y por lo que escribía esta profesora de Clásicas de la
Universidad de Cambridge, que colecciona menciones, premios y reconocimientos
internacionales (y no me extraña).
Después, me tragué todos los documentales que
la televisión por cable me ha podido ofrecer de ella: “Pompeya: Vida y muerte
en una ciudad romana”, “Conocer a los romanos”, y “Pompeya: Nuevos secretos
revelados”. Un par de artículos por aquí, y por allí, al ser nombrada Doctora
Honoris Causa, por la Universidad Carlos III de Madrid, y, finalmente, algo de
chismorreo, cuando me enteré que había sido amenazada hace unos años (con
supuesta bomba incluida), por defender la presencia de la inmigrantes en su
barrio, por firmar un manifiesto en contra de la independencia de Escocia (por
esto no fue amenazada, más bien todo lo contrario), y un video, cortito, de Juan
Carlos Monedero que encontré en mi búsqueda de sus obras, en la que hablaba de
un manifiesto suyo (de Mary Beard, no de Monedero), titulado: “Mujeres y poder”.
Entonces, me di cuenta de que, realmente, no había leído
nada de esta señora, que ya se ha convertido en un rostro familiar en casa. Ya
que, como digo, nos hemos tragado, con mucho interés, todo el material audiovisual
que posee, y que es ya casi como una vieja amiga que nos cuenta apasionantes
temas relacionados con los romanos.
Durante
veinte días, me he leído “SPQR: Una historia de la antigua Roma”, publicado por
Planeta (Crítica, 2016), y cuya tercera edición es la que yo he disfrutado.
Es
cierto, diréis algunos de los que me siguen por las redes sociales, que he
llegado a quejarme de cierto tedio en algunos de los doce capítulos (más
prólogo, epilogo, una serie de interesantes y destacadas láminas e
ilustraciones, mapas de la época, una increíble bibliografía que quita el hipo,
aunque casi toda esté en inglés…) que componen el libro, pero, afortunadamente,
ha sido algo efímero. “Sería que tenía el día tonto o malo”, he reflexionado
posteriormente, a toro pasado.
El
libro se basa en el primer milenio romano. Es decir, desde los inicios míticos de
la Roma antigua, de la primera Roma, aquella de Rómulo y Remo, y la loba
capitolina, que enmascararía, en realidad, una Roma de unos pocos pastores y
ganaderos, habitantes de toscas y rudimentarias cabañas, pronto rivales de sus
vecinos más directos. Con una monarquía, igualmente, casi legendaria, hasta
pasara a la Republica a finales del S.VI A.C y el Imperio en el S.I. A.C, para
llegar a terminar cuando el emperador Caracalla (212 D.C) concede la “nacionalidad”
romana a casi treinta millones de provincianos que vivían dentro del limes romano.
Mary Beard se apasiona cuando describe la vida
y obra de Cicerón, de Catilina, de los diversos senadores que pululan la
convulsa República, las guerras civiles intestinas o la vida de los esclavos,
muchos de ellos liberados, que llegaron a alcanzar fama y gloria, la llegada
del culto a Roma de La Gran Madre, Plinio y sus viajes y cartas al emperador…
Con su peculiar estilo, nada intrincado ni
demasiado académico, he podido comprobar que muchos de los datos del libro, los
había ofrecido, igualmente, en su serie de documentales (se le nota a la legua
que Cicerón es su ojito derecho) y me ha apenado llegar al final del libro (su
epilogo es una delicia, me he reído a carcajadas cuando ha hablado de los
oportunistas que se disfrazan de gladiadores en el Coliseo, a fecha de hoy).
Por ello, os recomiendo su lectura, que os resultara a la par amena y
didáctica, y como todo lo que nos viene, nos llega de Roma, muy fascinante.
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