“El capitán” (2017) es
una de esas películas que, mientras la estas visionando, te vas diciendo… “Qué
mamones eran estos tipos”. Y es que, Willi Herold (os dejo el
enlace de la Wikipedia), el protagonista de la película, existió, y fue conocido
como “El verdugo de Emsland”.
La historia está rodada
en riguroso blanco y negro. Estamos en los momentos finales de la Segunda
Guerra Mundial. La Alemania nazi es un caos, donde los desertores se mezclan
con los fanáticos que quieren seguir luchando por el acabado Reich.
Willi, un soldado de
diecinueve años, encuentra un uniforme de capitán de la Luftwaffe en un coche
abandonado en medio de la nada. Se pone el uniforme y consigue reunir a un
pequeño grupo de soldados perdidos. A partir de entonces, y con la suerte de su
lado, comienza una etapa de asesinatos, robos, pillajes y mentiras, que van
haciendo que la trola y la barbarie lleguen a límites insospechados. En abril
de 1945 llegó a un campo de prisioneros, donde se ubicaban los desertores del
ejército, y en pocos días (una semana) mató a más de cien internos. Tras un
ataque aéreo aliado al campo, huye con sus hombres y sigue cometiendo tropelías.
Finalmente, es capturado por el propio ejército alemán, juzgado con una pena
menor y logra de nuevo escapar…
A mi me ha parecido una
película muy buena, aunque tiende a desinflarse poco a poco, o por lo menos, a
ratos. La presencia de Frederick Lau, que es uno de mis actores alemanes favoritos,
y que suele hacer muchas veces de psicópata, refuerza aún más, si cabe, esta
terrible historia basada en un hecho real.
P.D: Los créditos finales
son una “ida de pinza” en todos los sentidos. No puedes perdértela.
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