A “La monja” (2018) he
llegado después de haberles oído a mis alumnos, durante lo que llevamos de
curso, el miedo que les ha dado semejante película, cuando en realidad, debería
darles más miedo Jorge Javier Vázquez y Belén Esteban, y el enganche vespertino
que se traen con esa troupe de vividores.
El tema está en que ayer
por la tarde, día de Nochebuena, me dio por alquilarla, previo a preparar cenas
en el Patio-Lavadero. La historia viene del llamado Universo Warren, es decir:
Expediente Warren: 1 y 2, The Conjuring, y creo que ese tostonazo de Annabelle
también entra en el saco, por lo que se adivina en el prólogo.
La acción transcurre en
una abadía católica en la ortodoxa Rumanía, ni siquiera es Transilvania, pero
la abadía es espectacular, muy del tipo Castlevania. En ella, un grupo de monjas
van cayendo, una a una, a las garras de un demonio llamado Valkan (creo
recordar), que adopta la forma de Marilyn Manson disfrazado de monja (¿Sabéis
que ni mis alumnos de Bachillerato saben quién carajo es Marilyn Manson?,
jopeta, que viejuno que soy). En dicha abadía, hay una puerta al infierno, que
debe ser custodiada. Tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, la
brecha se abre y ese demonio en cuestión se cuela haciendo de las suyas.
Finalmente, solo quedan la abadesa que es arrastrada por un oscuro y lóbrego pasillo,
desapareciendo en manos del Mal, y una joven monja que opta por suicidarse
antes de tener que enfrentarse sola con el Final Boss o Jefe Final, con un solo
Player y sin “Continues”.
Entonces, el Vaticano,
manda a un sacerdote, supuestamente experto en posesiones demoníacas, y una aspirante
a monja que recibe visiones, a investigar el caso. Pronto, se les une en
Rumanía un joven franco-canadiense que pasaba por allí y es quién había
descubierto el cadáver de la última monja. Lo primero que descubren, y es
bastante inquietante, es que todos los carteles en Rumanía, incluidos los de
las tabernas, están escritos en inglés. Eso ya de por sí, acojona mucho.
El supuesto sacerdote experto
en tratar con el diablo, comienza a recibir hostias, truco o trato e indirectas
con mano abierta, desde el minuto uno en que pisa la abadía. La aspirante a monja
se defiende mejor, al ser un alma pura, puede ver aún a las almas de las
difuntas monjas fallando en su misión de parar al demonio, los rezos no le
afectan. Marilyn Manson aparece de vez en cuando, pero da más miedo los
decibelios de la música que la acompaña, que la monja demoníaca en sí. El
franchute, huye a la primera de cambio, y no aparece hasta dos días después de
haber cagado varias veces.
¿Y para qué os voy a
contar más? Estas películas son todas iguales. Luchas con crucifijos que arden,
hostias, sustos en primera persona del singular, carreras a ciegas, fantasmas…
Un día normal en Rumanía. Muy tópico.
Entretenida, vale, si… Es
entretenida, pero no se mantiene. No se entiende la manera de actuar de algunos
de los personajes, y que hacen, y por qué lo hacen… En definitiva, para pasar
el rato. Mis alumnos exageran, o no saben que es el verdadero terror.
1 comentario:
Una castañaza de proporciones gigantecas. Totalmente de acuerdo en todo lo que dices.
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