Con “Un viaje entre gitanos” me ha pasado una cosa muy curiosa, y es
que, al poco de comenzarlo, me acordé de otros autores (periodistas, freelances
o simples viajeros) que cuentan historias parecidas, no siguiendo el mismo
formato, pero si con la común característica de enseñar un hecho, mostrar unas
imágenes o unas personas, que por regla general son desconocidas para el lector
y para el público occidental ya ni te cuento (concretamente pensé en Joe Sacco,
y sus historias sobre Bosnia y Palestina, y en Guy Delisle y sus distintas
crónicas en compañía de su pareja, miembro de Médicos sin Fronteras).
Este cómic es muy especial. Está
realizado por tres profesionales de la fotografía, del cómic y de los Medios de
Comunicación. Me voy a ahorrar sus biografías, porque son muy extensas, pero
tenemos a Alain Keler, hilo conductor del cómic, reportero gráfico, con más
premios y galardones que un General de la Segunda Guerra Mundial (Guerra donde,
por cierto, los nazis mataron a sus abuelos y a una tía de trece añitos). Emmanuel Guibert, dibujante y guionista de
cómic, que tiene a sus espaldas la obra “El Fotógrafo”, sobre la Guerra de
Afganistán y el trabajo realizado allí por Médicos sin Fronteras. Y Frédéric
Lemercier, diseñador gráfico, metido igualmente en el mundo del cómic.
¿Y por qué es especial el cómic?
Bueno, porque mezcla la viñeta, abierta en muchos casos, no muy clásica, con la
fotografía en Blanco y Negro de Keler. Aquí, lejos de la calidad que pueda o
tener o no el dibujo, lo que se trata es de transmitir un mensaje. Intentar que
el lector se quede con la idea de la situación del pueblo gitano, el pueblo
romaní en la Europa actual. ¿Y cuál es? Bueno, pues bien mala. Keler, montado
en su viejo Skoda, nos hace un recorrido por diversos pueblos gitanos de Europa
Oriental, desde Francia hasta Rumania, pasando por Eslovaquia, Polonia o
Bosnia, y llegando a Italia, para comprobar que, en el caso del pueblo gitano,
la pobreza y el olvido tenaz por parte de los gobiernos son el denominador
común. Keler es realista, sus fotografías hablan de esta situación bochornosa,
de los campamentos, de los refugiados. A la imagen siempre se le puede añadir
bien poco, desgraciadamente.
El cómic está muy bien planteado. Cumple con su objetivo. Está
documentado al detalle. Y tristemente, su salida coincidió con la orden de
desmantelamiento de campamentos y expulsión de gitanos del gobierno de Nicolás
Sarcozy hace seis años (2010).
P.D: La imagen de la portada es mía. Las otras, ya sabes, de internet.
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