Volver
a tener, entre las manos un cómic, de un autor como Fidel Martínez es, simple y
llanamente, una gozada. Siento predilección por todo lo que firma este autor,
igual que me sucede con Paco Roca, y a fecha de hoy es uno de mis 6-7 autores
españoles favoritos del panorama actual de este país.
(Fuga de la Muerte)
Fidel Martínez es sinónimo de calidad. Ya lo
comenté hace unos meses, cuando dediqué una entrada a su “Cuerda de presas” en
este Patio-Lavadero. Su dibujo, muy característico, que a mi tanto me recuerda
a los expresionistas alemanes de “El Puente, y sus planchas xilográficas. Nolde
y compañía, sacando el jugo máximo a la madera. Pues Fidel te hace lo mismo con
las tintas, con el juego de huecos y llenos, con el blanco y con el negro, te
hace magia, expresiva y directa, comunicadora desde el principio. Su dibujo ha
evolucionado, claro que sí, pero sigue siendo igual de bueno, igual de claro
para expresar situaciones, emociones y sentimientos. Es un arte brutal. Tan
brutal, como necesario.
¿Y que nos trae Fidel Martínez en “Fuga de la
Muerte”?, pues la interesante historia del poeta rumano Paul Celan. Desde su
infancia en la región de Bucovina, donde ya le vemos desde pequeño destacando
en los idiomas, hasta el fin de su cautiverio en un campo de trabajo de
Moldavia. La historia de Paul corre paralela a sus poemas, a su interés y amor
por la lengua alemana, inculcado por su madre, y a su pasión por vivir, en un
mundo que sucumbe a su alrededor, ante el fracaso primero de la revolución
soviética que se presenta como una farsa, y ante el horror terrible del nazismo
que arrasa con toda la humanidad de las personas.
(Paul Celan)
El poeta se salvará. Tontea con el suicidio. En
el puente de Mirabeau de París. Lo vemos en el epílogo recitando “Todesfuge”
(Fuga de la Muerte), ese poema por el cual (creo yo) es más reconocido, y en el
que habla del campo de concentración de Auschwitz. Marcado para siempre. Paul
no llegará nunca a recuperarse de aquel infierno nazi que le torturó, y que se
llevó a sus padres. Su padre, muerto de tifus. Su querida madre, asesinada de
un balazo en la cabeza en Ucrania.
(Paul Celan)
Las
diez últimas páginas del cómic son, en mi opinión, las más impactantes. Hay una
sucesión de imágenes que no necesitan el acompañamiento, siquiera, de una sola
y triste vocal. Hablan solas. Impresionan. Fidel, como siempre, muy
recomendable.
P.D:
La imagen de la portada es mía. Y las otras las he encontrado en la Red, aquí y
allí.
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