En 1989, el mundo del cómic se conmocionaba ante la
aparición de un tomo, con tintes underground, que no venía de una de las
grandes editoriales del momento, y que venía firmado por un tal James O´Barr.
El
cómic, resumiendo mucho, venía a ser una historia sobre el amor después de la
muerte, el amor verdadero o romántico del S.XIX pero versionado, pero con una
pátina de tintes góticos, que era una de las tendencias que se llevaban a
finales de los ochenta, principios de los noventa. Un cómic oscuro, con mucha acción, con un
protagonista prácticamente inmortal, que ya había muerto y había vuelto del más
allá pidiendo venganza.
Un
cómic alabado por la crítica profesional, y por los amantes del cómic en
general, que en muy poco tiempo tendría su versión cinematográfica de la mano
del director Alex Proyas, un auténtico desconocido cuyo primer trabajo sería
este, “El Cuervo”, y que no ha realizado más de media docena de trabajos en el
mundo del cine en toda su carrera, y que se encontraría con el problema de que
su actor principal, Brandon Lee, muriera accidentalmente en el set de rodaje
tras recibir un disparo fortuito de lo que se supone que iba a ser un arma de
fogueo, y resultó ser un 44 Magnum, en un error fatídico por parte de los
expertos en armas de la película. Era 1993, y la película se estrenó en 1994.
Aquel accidente acabó con la vida de Brandon a los 28 años, a 17 días de su boda, y la película se concluyó usando un doble, retoque con los ordenadores de la época y utilizando muchas escenas oscuras en lo que quedaba de rodaje…
Aquella
película, además, se convirtió en todo un homenaje a Brandon, una película de
culto admirada hoy en día, treinta años después, y la primera de otras tres que
vendrían después con desiguales resultados, o más bien, malos, porque el fandom
no las aceptó, las historias estaban un tanto edulcoradas, y las bandas sonoras
no eran desde luego, la de la primera, que incluía grupos como The Cure,
Pantera o Rage Against The Machine, entre otros. Con el cómic pasó una cosa
parecida, fue decayendo y hoy muchos o no lo han conocido, o lo han olvidado, y
eso que se vendieron más de 80 mil ejemplares en su momento. La verdadera
historia transcurría en los cuatro primeros números, después vinieron las
distintas editoriales, las reediciones… Y, lo dicho, tristemente, el olvido.
Cuando se anunció nueva película para 2024, yo lo oí hace un par de años, con el actor sueco Bill Skarsgard como protagonista, una nueva esperanza pareció nacer en muchos aficionados a la saga de “El Cuervo”, y vista hoy, os puedo asegurar que de su hora y cuarenta minutos de metraje solo salvaría 20-25 minutos de su tercer tercio, y que definitivamente, la película de Brandon Lee debería haber quedado ahí, tal cual, sin tocarse, ni reeditarse, ya que esta película de 2024, a pesar de los esfuerzos de Bill Skargard, que hace un buen papel, no está a la altura de la primera. No tiene alma, tiene unos malos bastante sosos, y una historia de amor de un par de días, con porros y sustancias raras de por medio, poco creíble, más allá de los uniformes rosas de confinados.
En la
narrativa: Y resumiendo mucho, Eric Draven, que ha tenido una infancia chunga y
es un drogata, y Shelly Webster, que también trae lo suyo, se conocen en una
clínica de desintoxicación de la que se escapan juntos super enamorados y
llevan 48 horas juntos prácticamente. Es algo que cuesta digerir y creer. Unos
tipos que son unos demonios aficionados a la ópera checa, relacionados con la
madre de ella, y con ella misma y una amiga (todo un lío insulso), los
persiguen y se los cargan con unas bolsas vacías de Matutano. En todo esto se
nos ha ido una hora de metraje, pasteleo, pero buena música, aunque no como la
del 94.
Él va a
un purgatorio que es un criadero de cuervos, ella es condenada a estudiar
oposiciones por toda la eternidad o algo parecido. El hermano perdido de Morgan
Freeman, le da la oportunidad a Eric de vengarse volviendo a la vida, pero se
lo cargan tantas veces, que ya lo tiene que fusionar con los cuervos del
criadero para hacer de él Cuervo-Man. Y ahora sí, definitivamente como El
Cuervo, nos regala la mejor escena de la película en donde deja un reguero de
escoltas, unos 15 o 20, directos para el tanatorio y un duelo final contra un
Malo que te hará bostezar como un gato en un tejado extremeño. Fin. Eso es
todo.
¿Nota?
Por la actuación del protagonista un 3. La película ha perdido miles de euros
en taquilla y no me extraña. Es un ejemplo más de que lo mejor, con estos
clásicos, es quedarse quietecitos, y darle al coco para buscar ideas nuevas.
Por favor, dejen a “El Cuervo”, descansar en paz.
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