La historia de “Jeronimus” (Ponent Mon, 2017), a cargo de Christophe Dabitch (guion, os recomiendo su cómic “Cautivo”) y Jean-Denis Pendanx (dibujo, no dejéis pasar su cómic “A Fake Story”, también publicado por Ponent Mon durante 2021), es la historia del barco holandés “Batavia”, y de cómo se acabó relacionando aquel nombre con la barbarie y la deshumanización, la locura y la muerte.
El
Batavia era un barco perteneciente a la todo poderosa compañía holandesa de las
Indias Orientales, también conocida como “VOC”. Con 340 tripulantes a bordo, su
misión era llegar hasta Java (a la actual Yakarta concretamente), cargar el
barco de especias y volver a casa, llevando de paso a una serie de pasajeros
que se quedarían por aquellos recónditos lugares: Unos para predicar, otros
para reforzar la presencia militar holandesa en la zona frente a portugueses y
españoles, y otros en busca de una vida mejor que Holanda no les ha sabido dar…
El
29 de octubre de 1628, perfectamente pertrechado para realizar la travesía que
le llevará meses hasta alcanzar su objetivo, parte desde el puerto de Ámsterdam,
con varios cientos de hombres, una treintena de mujeres y otros cuantos niños.
Uno
de aquellos hombres es el boticario Jeronimus Cornelisz, el único hombre a
bordo que ha estudiado y que conoce los remedios, y venenos, para curar y matar
hombres. Una vez pasado el Cabo de Buena Esperanza, el Batavia, demasiado al
sur de su destino, acabará chocando contra una serie de arrecifes en las
cercanías de los islotes deshabitados de Houtman Abrolhos (en la actual
Australia).
A
raíz de ese acontecimiento, se desató un auténtico infierno en el que Jeronimus
lideró a un grupo de hombres armados, que se dedicaron a matar al resto de
hombres, violar a las mujeres (el propio Jeronimus se obsesionó con una dama,
Lucretia Jans, que viajaba en busca de su marido tras perder en su Holanda
natal a sus tres hijos) y acabar con las vidas de los pocos niños que había. Un
pequeño grupo liderado por el soldado raso Hayes lo mantendrá a raya hasta la
llegada del barco de rescate capitaneado por el comendador Pelsaert que había
zarpado tras el naufragio, con cuarenta y cinco de los mejores marineros, en
busca de ayuda.
Tras conocer y aclarar los hechos, Jeronimus y sus seguidores fueron condenados a la mutilación de manos y posterior ahorcamiento (algunos se salvaron de las mutilaciones, pero no del ahorcamiento, y hubo uno que se salvó finalmente de las dos cosas por problemas mentales), pasando el destino del Batavia y sus tripulantes como uno de los más truculentos sucesos de la Historia.
El
cómic, de 250 páginas, es una gozada en todos los aspectos, con una
documentación exquisita y bien narrado. Sus viñetas parecen cuadros
costumbristas de la época, y transmiten en todo momento el horror, la confusión
y las vivencias de los supervivientes, utilizando muchísimo el silencio en las
mismas, cuando la imagen no precisa de más.
En
las páginas finales se explica el destino que sufrieron algunos de los
supervivientes, a modo de epílogo.
Resumiendo:
Estamos ante un cómic histórico mayúsculo. Entretenido, didáctico, apasionante
y de lo más recomendable. Su lectura no solo no te defraudará, sino que
posiblemente querrás saber más y te será como trampolín a bucear, algo más, en
la trágica travesía del Batavia.
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