“Sin plumas” (Tusquets,
2007) es lo primero que me he leído de Woody Allen, y tengo que reconocer que
me he reído una barbaridad. Es un libro ciertamente antiguo, ya que recoge los
escritos de Allen entre 1972-1975, la edición norteamericana se publicó en
1977.
Es un pequeño librito
de bolsillo (177 páginas) de relatos cortos, y un par de obras teatrales, lleno
de surrealismo e hilaridad por los cuatro costados. Hay auténticas pequeñas obras maestras en
relatos en los que Allen explica los fenómenos psíquicos, los animales míticos
y cómo hubiera sido si los impresionistas (con Van Gogh y Gaughin a la cabeza)
hubieran sido dentistas, en vez de pintores. Las cartas del Van Gogh odontólogo
a su hermano Theo son graciosísimas.
Las dos obras teatrales que incluye el
libro son tan divertidas, como disparatadas (y quizás, hoy en día, políticamente
incorrectas). La primera relacionada con la investigación y captura de un
asesino en serie de madrugada, y la segunda relacionada con una obra teatral
griega, un poco más espesa, pero igualmente desternillante.
La trayectoria
literaria de Woody Allen, he podido comprobar después de leer este libro, es
extensísima. Y creo que merece la pena, al menos esta edición, por precio, y
por interés. (Tendré que leer algo más de Woody Allen, no me cabe duda)
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