Cuando vi anunciada la
película de “Le Mans 66” (2019) no me llamó la atención porque pensé que sería
una “americanada” de las grandes, a pesar de que llevaba más de media docena de
premios, y había oído recomendaciones radiofónicas.
Hoy la he visto, y
efectivamente, es una “americanada” de las grandes, que cuenta muchas mentiras
de cómo fue aquel “Ford Vs Ferrari”, o aquel Le Mans del 66 (antes, durante y
después), pero no por ello deja de ser una buena película, entretenida y que me
ha tenido muy enganchado. Y eso de que la película mentía, es cierto, no lo
sabía de antemano, sino que lo he
investigado a toro pasado porque había cosas que me chirriaban mucho, y
otras que me han llamado poderosamente
la atención.
Estamos en los años previos
a la carrera narrada. Ken Miles, mecánico y piloto de coches (que en la vida
real fue un británico nacionalizado estadounidense, curiosamente Bale es
británico), está prácticamente arruinado, cuando el promotor automovilístico
del equipo Cobra, Caroll Shelby, le propone competir con Ford en las 24 horas
de Le Mans con un nuevo coche creado exprofeso para ello, y derrocar al largo
reinado de triunfos de los Ferraris del amigo Enzo.
Henry Ford II pasa horas
bajas en su compañía y necesita un revulsivo. En primer lugar fracasa en su
compra-fusión de Ferrari que anda arruinada (y que sería absorbida por Fiat), y
en segundo lugar necesita un empujón para su marca de coches. Le Mans puede ser
ese empujón y ponen toda la carne en el asador para conseguirlo. La película se
ve venir de lejos, siendo muy previsible, y ya sabes a los quince minutos cuál
será su desarrollo e intuyes el final incluso. Eso no le quita que, a pesar de
la historia-ficción, sea una cinta entretenida, como os decía al principio, y
que consiga engancharte hasta el final. La recomiendo, a pesar de sus licencias
respecto a lo que realmente sucedió, porque el trabajo de Bale y Damon hace
que te la llegues a creer, siendo bastante correcta en su narración y
ofreciendo un producto típico que deja
un buen gusto en el espectador medio (como yo).
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