Hace unos años, cuando
leí “Intemperie” de Jesús Carrasco, no le dediqué una entrada en el blog,
aunque si mencioné su lectura cuando leí “La
tierra que pisamos”. Ambos libros me gustaron, a pesar de que su narrativa
era bastante ambigua, opaca y mísera en datos, y creo que me gustó más “la
tierra que pisamos” (quizás porque se desarrolla en Extremadura) que “Intemperie”
que la noté algo más oscura.
Hoy he tenido la
oportunidad de ver la versión cinematográfica de “Intemperie” (2019), y tengo
que decir que no tiene absolutamente nada que ver con lo que recuerdo de la
novela, pero eso no ha sido óbice para que haya disfrutado de una gran
película, que ciertamente, me ha recordado mucho a un western, pero en el
solato andaluz granadino (que también bien podría haber sido Extremadura,
porque tenemos los mismos rigurosos paisajes por estas lindes) en los años de
la postguerra, concretamente en 1946.
En la narrativa,
tenemos a un niño que huye del “pueblo” (más bien aldea de cuatro casuchas
dominada por el señorito de turno) donde vive junto a su familia. Le ha robado
al capataz un reloj de oro y algo de dinero, y su objetivo es llegar a la
ciudad. Pronto se monta una búsqueda del chaval, amenazas mediante (como debe
ser), para localizarlo y darle unas esclarecedoras hostias al respecto. Pero el
niño tiene la suerte de cruzarse con un cabrero (Luis Tosar), antiguo soldado
en Marruecos (aunque es más bien un Maestro Jedi), que le ayudará a huir, y de
paso, enfrentarse a sus perseguidores.
La verdad es que me ha
gustado mucho, es una gran película del Oeste en el sur español, casi en la
mitad del S.XX, pero tiene una buena historia, que está bien narrada, y que
mantiene hasta el final los motivos de la huida del nene de aquel miserable paraje.
Os la recomiendo.
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