Con la serie “El
hundimiento de Japón” (Netflix, 2020) me he quedado un tanto choffff. Tras un interesante primer
episodio, en el que una serie de sismos impresionantes comienzan a cargarse a
todo el archipiélago japonés, el caos y la anarquía reinan en el país. La trama
gira en torno a una familia, Mutó, que intenta sobrevivir.
Lo malo es que ya desde
el segundo episodio comienzan a cargarse a los personajes más interesantes (y a
la familia le da un poco igual, como el que oye llover), y a partir del
tercero, la locura y el surrealismo puro se desata. Comienzan a aparecer
personajes raros, algunos armados y locos: Un tipo que cae en paracaídas, un
viejo arquero, un inglés saltimbanqui, una secta rematadamente grillada, un tipo
capaz de predecir los terremotos… Mientras aparece el gore, la adición a las
drogas, el sexo, y los asesinatos a mansalva, y se recorren medio país en una
semana.
La falta de humanidad
se acrecienta episodio tras episodio. Hay muchas referencias a videojuegos, y a
la influencia anglosajona en Japón (uno de los protagonistas, un nene
repelente, habla continuamente en un inglés macarrónico), y tiene algunos
episodios de “transición” que apenas aportan nada mientras mi falta de interés
iba hacia arriba, como la espuma de un tsunami.
Saramago soñó en “La
balsa de piedra” (2003) con una Península Ibérica, desgajada, y a la deriva,
tras una situación similar. Los japoneses son más de catástrofes, y aquí no
sale Godzilla por el pelo de una gamba. No es una serie que recomendaría, pero supongo
que me arriesgaré con la Segunda Temporada cuando salga (si sale).
No hay comentarios:
Publicar un comentario