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jueves, 7 de mayo de 2020

V de Vendetta (EDD Ediciones, 2015) Alan Moore, David Lloyd



        Hace ya unos años, muchos años (unos veinte), en una tertulia sobre cómics, un tipo que andaba por allí, nos estuvo rajando de cabo a rabo, durante bastante tiempo, de “V de Vendetta” (mi edición es relativamente nueva, de ECC Ediciones, 2015) de Alan Moore (guión) y David Lloyd (dibujo). No le gustaba el dibujo, no le gustaba las citas literarias (continuas en el cómic, al igual que las musicales), no le gustaba ni el dibujo ni el color, y mucho menos como terminaba.

El tipo había vivido en Reino Unido, y conocía los cómics desde principios de los noventa. A mi me sonaban, pero no me había dado por leerlos (todavía). Tengo que reconocer, que, hasta que no me enteré de que iban a sacar una película, en 2006, no me di prisa por leer el cómic (lo pedí prestado unos meses antes del estreno).

Pude entender, entonces, gran parte de las críticas de aquel tipo (con el que no volví a coincidir), pero me pareció que estaba delante de uno de los mejores cómics que había leído, y había leído ya unos buenos pocos.

Posteriormente, me he leído partes que me gustaban especialmente. Y hace una semana, reparé, que nunca le había dedicado una misera entrada a “V de Vendetta”, pero que eso podía fácilmente ser resuelto con una nueva relectura del cómic.        Supongo, que, a estas alturas, sabrás de qué va “V de Vendetta”, archiconocida por su icónica máscara, atributo fácilmente reconocible en “V” su protagonista. Esa máscara blanca, sonriente, que representa a Guy Fawkes. Un tipo que intentó volar, sin éxito, el Parlamento de Londres en el S.XVI, y fue ajusticiado por ello.

Se trata de una distopia (¿Podría ser una ucronía?, siempre me lío con estos términos), imaginada por Moore a mediados de los setenta, en la que pensó en una guerra nuclear a escala mundial (iniciada a finales de los ochenta), con resultados no mencionados en el cómic, pero que, a nivel inglés, acabó en una dictadura de tipo fascista, que controla a la población mediante controles policiacos, propagandísticos y tecnológicos (cámaras por doquier, micrófonos). En esta distopia, donde todo está controlado. Un antiguo preso de un campo de concentración (vamos a decirlo claro), conocido como Larkhill. “V”, se oculta del régimen, y planea su venganza. Primero, contra todos los que torturaron, de una manera u otra, en su etapa de preso. Y, segundo, contra el propio régimen, haciéndolo caer en el caos, la anarquía, buscando una revolución que acabe con la dictadura, y promueva una nueva sociedad, alejada del totalitarismo y el control gubernamental.

Para ello, recluta, casi al principio, a una joven, Evey Hammond, a la que le hará pasar unas pruebas muy chungas, para prepararla, y hacerla ver, lo que él ve y percibe de la decrepita sociedad inglesa, sojuzgada por el régimen dictatorial.

El cómic te hace reflexionar, continuamente. Y más, cuando hace ya un tiempo que no lo leías y lo vuelves a retomar, a releer, y no te queda más remedio que pensar, que este tipo de distopias, ojalá, no se cumplan. No entro, como aquel, en si el dibujo es bueno o malo, pues creo que el mensaje supera al gusto personal de cada uno. A mí, personalmente, no me desagrada. Es muy ochentero, en la mayoría de sus páginas. Y curioso ver, como un tipo como Moore, se imaginaba el futuro a veinte años. Si, por casualidad, aún no os habéis leído este cómic, os lo recomiendo. Debéis hacerlo. “V” os espera.

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