Estamos en 1921, en una
pequeña isla gallega, concretamente en Sálvora, se hunde el vapor Santa Isabel,
con 256 personas a bordo, entre pasajeros y tripulantes, que iban con destino a
Buenos Aires. Era el 2 de enero, y en la isla solo quedaban mujeres, nenes y
algún viejuno, porque los hombres se habían ido a la península a festejar el
fin de año.
Tres mujeres se echan a
la mar, salvando a un puñado de náufragos con un bote. La narración de los
hechos, por parte de los supervivientes, coincide con la llegada a la isla de
un periodista argentino, para cubrir la noticia, que está convencido de que
allí, en la isla, hay más cosas por descubrir de lo que se cuenta. Y decide
quedarse unos días a investigar.
Se refleja muy bien en “La
isla de las mentiras” (2020) las clases sociales, muy diferenciadas, de la
Galicia de hace cien años, (que me ha recordado también a la Extremadura de
hace cien años, y sesenta, si se me apura, con sus señoritos y sus escopetas de
caza, sus caciques). La primera mitad de la película me ha parecido muy
interesante, me ha enganchado mucho. Después, las pesquisas del periodista
argentino, que se choca con un muro de silencio, hacen que el ritmo decaiga
poco a poco. Las mujeres guardan un secreto, algunas lo llevan mejor que otras,
y el ambiente empieza a enrarecerse, haciéndose casi irrespirable, lo cual está
bien captado en la cinta. La segunda parte tiene menos ritmo, como digo, pero no
por ello pierde interés, con las tres mujeres siempre en el centro de la
historia (muy bien interpretadas, por cierto).
Basada en hechos reales.
No me ha parecido mala película, con sus tintes detectivescos. A mí, al menos,
me ha servido para interesarme, posteriormente, por el caso, y buscar
información sobre lo que ocurrió, la isla, y los hechos…
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