“Killerman” (2019) es
otra de esas películas para olvidar, en la que tenemos al hermano de Thor, Liam
Hermsworth, como Moe Diamond, un tipo que se dedica al blanqueo de dinero negro
en Nueva York. Lo normal, vamos.
En uno de sus trabajos, para
un mafioso local, la cosa sale mal (por variar) cuando se presenta un grupo de
policías corruptos. Él sospecha, y huye de milagro con su socio. Pero en su
huida, tiene un accidente de tráfico, y pierde la memoria con el dinero del
trato en su poder. Entonces, comienza una carrera para él, por salvar su vida,
pues no recuerda en qué está metido, y la historia juega con el rollo de la amnesia y la recuperación de la memoria, durante una hora y pico larga, bastante insufrible.
La narrativa está llena de
típicos personajes de este tipo de cintas, estereotipos para parar un tren de
mercancías. Tanto es así, que cuando sale uno, ya te dices: ”A este se lo
cargan”, y efectivamente, no fallas, le meten un tiro. Hay violencia que no
viene a cuento por un tubo, y lo único a destacar son algunos modelos de coches
setenteros que salen. Por lo demás, muy previsible. Con media hora menos,
quizás hubiera funcionado mejor… Bueno, no.
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