“El escuadrón de la
muerte” (2019) se basa en una historia real, ocurrida en Afganistán en 2010,
que acabó con el juicio de cuatro soldados y de su sargento. En la película,
tenemos al soldado Briggman, Andrew Briggman, que se mete en el ejército y es
enviado a Afganistán. Nada más llegar, se ve a la legua que allí no pinta nada.
Él tiene ciertos valores, y es comedido y algo introvertido. Sus compañeros,
están como una cabra en bicicleta.
Cuando su primer sargento
vuela por los aires por una mina, Briggman ve la posibilidad de ascender con su
nuevo sargento, un tipo medio loco, que hace barbacoas, le dice a los soldados
donde pillar hachis y les regala revistas pornográficas. Briggman asciende,
pero poco a poco se da cuenta de la catadura moral del sargento, que no duda en
asesinar a sangre fría a civiles afganos inocentes, pensando que aquello es
normal.
Briggman entonces entra
en un conflicto consigo mismo. Por un lado, quiere delatar a su sargento y sus
compañeros, que están involucrados. Por otro lado, tiene un miedo atroz, porque
sabe que, si se descubre su chivatazo, es hombre muerto.
Rodada en España, en
Canarias y Almería, y con más de la mitad del equipo técnico español, “El escuadrón
de la muerte” quizás no sea una película original, ya que los crímenes de
guerra se han tratado muchas veces en el cine bélico, pero tiene fuerza para
poner al espectador en la piel del pobre Briggsman que las pasa bien malas. La
película, al parecer, está basada en un documental sobre los mismos
acontecimientos, que realizó el director en 2013, y con el que comparte título.
Su hora y media se llevan bien, y quizás se eche más en falta un mayor estudio
de los personajes, ya que casi todos parecen organismos unicelulares desde un
punto de vista cerebral.
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