“Las águilas de Roma.
Libro IV.” (Norma, 2018) de Enrico Marini, por fin me pone en la senda de lo
que me olí cuando comencé el tercer libro. Tras el rollo “Ben-Hur” que se gasta
en los primeros tomos, la historia ha girado hacía un hecho histórico, que es
la derrota por parte del jefe germano Arminio, de las tres legiones de Varo en
Germanía, en la conocida batalla de Teutoburgo.
Arminio intenta unir bajo
su poder a todos los pueblos germanos, que aún están reticentes. Marco, en el
castellum más oriental de los romanos, resiste el asedio y ataque de los
germanos. A la desesperada intenta hacer una salida, saliendo al paso con todo
lo que puede, en un vano intento de llegar hasta Varo y advertirle de la
traición de Arminio.
Pero Arminio tiene
convencido a Varo de su lealtad, y para ello, no duda un instante en acusar de
traición al propio Marco, que es encarcelado, a pesar de revelarse como agente
de Augusto. Los continuos sueños de Marco le advierten, a su vez, de la
fatalidad que se cierne sobre los romanos. Entre las subtramas: Arminio convence a Tito, el hijo de Lépido (que en realidad, es de Marco), para que mate a su padre mientras duerme, por maltratar a su madre.
Estoy deseando saber como
concluye Marini la historia en su quinto y último libro. Desde luego, es una
colección de lo más recomendable. En este tomo, Marini sustituye el sexo por
batallas despiadadas, y de paso, aumenta más aún el interés por una historia
que el lector sabe cómo va a terminar. No tengáis ninguna duda, “Las águilas de
Roma” merecen mucho la pena, tanto por su dibujo, como por la acción, y la historia que cuenta.
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