En “Galveston” (2018), estamos
en 1988, y tenemos a un joven asesino a sueldo, Roy Cady, un sicario de
cuarenta años que padece un cáncer de pulmón. Su jefe, que se ha quedado con su
chica (la española María Valverde, que sale en la película un minuto, lo he cronometrado) le manda a hacer un trabajillo en Nueva
Orleans, pero Roy sospecha que es una trampa, una emboscada, para deshacerse de
él.
De ese trabajillo, con
muertos mediante, sale con una chica, Rocky (de diecinueve años, que se escapó
de casa tiempo atrás), que le acompañará en su huida a ninguna parte.
Comenzando una “road movie” por carreteras de mala muerte, garitos country y
moteles sucios y destartalados, en la que Roy y Rocky tendrán que encontrarse a
sí mismos. En su viaje, se les une Tiffany, la hermana pequeña de Rocky, y un
puñado de movidas y problemas.
La película no está mal.
No aporta nada nuevo al género. Mezcla el drama (la enfermedad de Roy, su
propia huida, la relación tortuosa con Rocky…), con el thriller (tiros,
asesinatos…), con todos los elementos de las películas de carretera
norteamericana. Va decayendo, en mi opinión, poco a poco, según avanza la
historia, y te quedas un poco a cuadros, porque parece que la película no sabe cuándo
y cómo terminar. Está basada en una novela de Nic Pizzolatto, autor de la
aclamada “True Detective”. Para pasar el rato.
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