“El gabinete chino” (Dibbuks,
2005) de Nancy Peña, es un cómic ciertamente extraño. Tiene una mezcla entre La
Bella y La Bestia, Alicia en el País de las Maravillas, y cualquier otra
historia donde haya un tipo que busque el secreto de la piedra filosofal.
Magritte y Cornell son una
pareja de jóvenes holandeses. Viven en la Holanda del S.XVII, él es un inquieto
estudiante, autodidacta. Ella una joven que cree que Cornell puede acabar
siendo acusado de hereje cualquier día. Un día reciben una extraña invitación para una casa, “El gabinete chino”,
por separado, regida por un personaje con cara de sapo, al que acompaña un embozado y misterioso empleado. Él podrá experimentar e intentar desentrañar los secretos de la
naturaleza, en compañía de una joven que se tapa la cara con un velo. Ella, al
dueño de la casa le recuerda a cierta joven china que conoció, y cuyo amor no
consiguió, y cuya historia puede visionar en las paredes del gabinete.
La casa está plagada de
innumerables habitaciones y pasillos, parece viva, parece mutar con los días,
en horas, y parece que es, ciertamente difícil, salir de ella…
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