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martes, 25 de diciembre de 2018

Pregúntale al polvo (1939) John Fante. Edición de Anagrama. Prólogo de Charles Bukowski



      Los tres o cuatro que nos sois fieles a las entradas publicadas en el Patio-Lavadero, sabréis de sobra lo que nos gusta leer a John Fante (1909-1983). Son muchas las referencias que hemos hecho de él en los últimos diez años, y no es raro que pongamos, de vez en cuando, alguna referencia a sus libros. De hecho, yo, personalmente, me he leído varias veces el mismo.

        Uno de los que más me ha llegado, siempre ha sido así, ha sido “Pregúntale al polvo” (1939), que se publicó en Nueva York, justo en el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Es un libro impactante, que siempre me deja un nudo en la garganta, sobre todo en sus ocho o diez páginas finales, que son tristes y demoledoras.

        Mucha gente conoce a John Fante gracias a Bukowski, que fue su mayor altavoz, más en los cuatro o cinco últimos años de la vida de Fante, cuando llegó a conocer al que “creía que era Dios”. Este libro fue una revelación para el propio Bukowski, que en mitad de la nada, de libros insulsos e insípidos, se encontró con un puñetazo literario de realidad, y, posiblemente, de honestidad.


        En “Pregúntale al polvo”, el alter ego de Fante, Arturo Bandini, se busca la vida como escritor en Los Ángeles. Una ciudad que intenta quitarse de encima el sopor de la Gran Depresión. La pobreza, la soledad y la desesperación rondan por la ciudad, y Fante es uno de esos soñadores perdidos por las tascas y pensiones de mala muerte. Nadie le entiende, pero él tiene un sueño que va a cumplir, algún día, ser un gran escritor, un reconocido escritor.

        En su deambular por las calles, se fija en una joven de origen mexicano, Camila López. Una camarera que pronto le hechiza. Bandini tiene sentimientos contradictorios hacia ella. Le atrae, pero no parece ser su tipo, fantasea con ella, sufre impotencia en su presencia, se pelean y se reconcilian, en una ciudad en la que la inmensa mayoría de la gente está completamente sola. Igualmente, mantiene una lucha entre el ateísmo (debido a su propio raciocinio) y su creencia religiosa, heredada de una madre creyente.

       El libro es demoledor. Es trágico y es maravilloso. Fante sabía contar historias. Ya lo había leído. Su primera edición en castellano fue en 2001, pero a fecha de hoy, creo que va por la novena o décima, y no me extraña lo más mínimo. Volver a Fante, es volver a la literatura de primera.

      P.D: Sé que sobre el libro hay una película, pero nunca he tenido ocasión de verla.

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