El año es 1956. Un grupo
de jóvenes alemanes de la República “Democrática” de Alemania, a punto de
graduarse, oyen información relacionada sobre la Revolución que se está
desarrollando en Hungría.
Los húngaros quieren un Gobierno Libre, elecciones
democráticas, una Constitución, Libertades... Al fin y al cabo, quitarse de encima el peso,
opresor, del Estado Comunista títere de la URSS. En su lucha, hay varios
muertos, ellos creen que entre ellos está el futbolista Puskàs (que huiría a la
España de Franco, por cierto). Para protestar por las muertes de los caídos,
idean un minuto de silencio en la Clase de Historia, que se les acaba yendo de
las manos, pues las autoridades educativas y políticas creen que son un grupúsculo
anticomunista, una verdadera amenaza para el Socialismo.
La Revolución de Hungría
fracasa (con casi 400 ejecutados, cerca de 13000 encarcelados, y con 200000 húngaros
huyendo de su país por la invasión soviética), y los jóvenes son presionados,
machacados y perseguidos (por “librepensadores”, como dice un personaje homosexual
en la cinta).
A mi me ha parecido una
buena película. Basada en hechos reales. Se ven, perfectamente, los mecanismos
del Totalitarismo y su terrible represión. Está bien interpretada, bien
narrada, y es una de esas cintas tan necesarias, hoy en día, en la que aún
intentan convencer al personal de que aquello fue un sistema político-económico
y social envidiable y añorado.
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