Carlos Reyman Güera juega en otra liga. En una de esas ligas en las que, para lectores humildes como el que suscribe, todo puede ser magia, canción y tiempo celebrado, continente encontrado. Su libro, “Demagogias”
es un rincón de realismo mágico (empezarán a desaparecer las calles y lo
llamarán realismo mágico), un bazar lleno de colores y cosas maravillosas. Leo,
releo, vuelvo atrás. Todo es un Ohhh, Ahhhh, continuo. La sorpresa, a la vuelta
de la hoja. Impresionante manera de escribir, de sentir, de comunicar. La
palabra, certera, no tiene mejor arquero que Carlos. El sentido te lleva a la
emoción, a la poesía (Juan Ramón y Pessoa, presentes), a una prosa lírica, a
una casa con la puerta y las ventanas abiertas, a una conversación sincera con
el autor, que tiene mucho de puñetazo en la mesa, y de mirada concisa, de denuncia
social (necesaria como respirar).
(Demagogias)
Es directo, es mordaz, empático, personalísimo, es el
maldito Panta Rei, y a ratos es metáfora juguetona, verso cómplice, greguería sublime,
aquí entre tú y yo... Todo fluye en este libro, sus frases, como afluentes de
algo grande y palpable. Sus historias, donde es fácil verse, como en un espejo
claro. Y lo mejor de todo, en mi modesta opinión, es que el libro te lo podrás
leer una, dos, catorce veces (en el momento en que escribo estas líneas, ya me
lo he leído dos veces, con una voracidad que asusta, con una avidez inaudita),
y siempre tendrás la sensación de que el libro ha mutado, ha cambiado, en un
giro inesperado sobre sí mismo, y te está contando algo en lo que no habías
reparado la última vez. Es una galaxia que gira y gira, plagada de millones de
estrellas, y no sabes dónde mirar, y relees para saborear, y aun así… No
consigues abarcar todo lo que quisieras. “¡Que tío!”, he llegado a exclamar más
de una vez en voz alta.
(Café mediante...)
Uno de mis camareros favoritos, (café con leche, corto de café,
por favor) me comentó hace un par de horas, esta misma tarde: “Llevas una
semana con el mismo libro, y eso ya es raro en ti”. Y le contesté, ufano: “No
es el mismo, cada vez que lo comienzo es diferente”. Y es así, coño. Es así. Es
pura literatura, viva, oxígeno para la mente, es un guiño eterno, una luz firme
y segura en la oscuridad a la que nos tiene acostumbrado el panorama literario
actual. No dejes pasar estas “Demagogias” de Carlos Reyman, por nada del mundo.
(El amigo Carlos. Escritor Mayúsculo)
Bukowski pensaba que John Fante "era Dios", así lo
aseguraba en el prólogo de "Pregúntale al polvo", yo pienso lo mismo
de Carlos Reymán Güera, pero sin Dios mediante, que al fin y al cabo, aquí no
pinta nada.
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