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Lo primero que me ha llamado la atención de “MW” es, precisamente su
título, corto, de dos consonantes, enigmático junto a su portada, donde nos
encontramos a su malvado protagonista. Y, lo segundo es que el maestro Osamu
Tezuka me sigue sorprendiendo a fecha de hoy en esta ocasión, con un tomo como
este, por la temática, la trama, y la manera de abordarlos, casi casi sin
tapujos, aunque algunos hay y hay que entenderlo dentro de la lógica de
ponernos en su lugar, cuando se publicó, hace 50 años, en 1976.
Cómic de tapa dura,
publicado por Planeta Cómic en 2019, que reúne los 26 capítulos que conformaron
la historia en su día, en un fantástico tomo integral de 580 páginas, en los
que vamos a ver al Tezuka más brutal. Crítico, como él mismo confiesa en el
prólogo, contra la violencia, la traición, el borreguismo, la lujuria, la
corrupción política, la inanición y la pereza, y descontento por no haber
sabido expresar todo lo que quería con este cómic.
Lo que no supo Tezuka, no
quizás en ese momento, es que sus lectores si le comprendimos, y vimos lo que
quería decir realmente, y no se equivocaba. Logró transmitirlo.
Yo añadiría, igualmente, dentro de esa crítica, a
veces directa, a veces velada, la presencia de Estados Unidos en los asuntos
locales japoneses, a los que Tezuka llama ejército aliado, o ejército
extranjero, sin atreverse a decir estadounidense.
Nacido a mediados de los setenta, en una época
complicada para Tezuka, que compartía periodos de estabilidad emocional, “MW”
nace como todo un thriller moral, psicológico, político, realista, dentro de su
búsqueda por conectar con un público más adulto, con temas más oscuros, y a la
par más directo, para una sociedad japonesa que veía en su clase política casos
de corrupción, y temas tabúes como la homosexualidad, el travestismo más allá
de factores culturales como el Teatro Kabuki, y el uso y la utilización del
suelo japonés para almacenar posibles gases o armas terribles, con efectos
demoledores, en el país que había sufrido dos bombas atómicas y que continuaba
viendo al ejército invasor, ahora aliado, en su territorio.
Acordaros que estamos en plena Guerra Fría, aparece
el movimiento hippie, pero también las protestas y manifestaciones de un pueblo
japonés muy hastiado.
¿Qué nos vamos a encontrar
en la trama de “MW”? Cronológicamente hablando, estamos en la ficticia isla
japonesa de Okinomafune. Una isla idílica de pescadores donde coincide la llegada
de una banda de jóvenes, llamada “El Cuervo”, con el escape de un gas venenoso,
arma de los estadounidenses, que provoca la muerte de todos los habitantes de
la isla menos de dos jóvenes, que se guarecen en una cueva: Michio Yuki,
hermano de un famoso actor de Kabuki y con apariencia muy femenina, e Iwao
Garai, un joven un poco mayor que él, perteneciente a la banda recién llegada a
la isla.
Ambos son testigos de la
masacre que ha provocado el gas, y ambos inician una relación sexual y sentimental,
justamente en ese momento, que se va a mantener en el tiempo. A ambos, aquellos
hechos y la relación, les afecta de distinta manera.
El tiempo pasa. Ambos son
adultos, y Michio Yuki vive una doble vida: Trabaja en una oficina bancaria. Es
inteligente, guapo, carismático y es una persona responsable, que es admirada
por sus jefes, que lo quieren ascender y casar con hijas solteras…
Pero a la par es un despiadado secuestrador, un
asesino sin escrúpulos, con una gran capacidad para el disfraz y el travestismo
que le salva siempre de ser detenido o reconocido, pasando muchas de las veces
por mujer.
Por su parte, Garai es un sacerdote católico que
mantiene su relación sexual y sentimental con Yuki. Conoce sus secretos a través
de la confesión, y vive una lucha interna entre sus creencias religiosas y su
atracción hacia Yuki.
Yuki, además, tiene un diabólico plan en la mente,
que es hacerse con aquel gas mortífero, el “MW”, para provocar una hecatombe
mundial, aunque sus planteamientos no están demasiado claros, y jugará con sus
capacidades, sus ambigüedades, para ir engañando a los distintos personajes,
como el detective Meguro, que junto al propio Garai, intentarán detenerlo,
aunque sin mucho éxito, porque Yuki siempre suele ir un par de pasos por
delante, y no dudará en asesinar y secuestrar, sobre todo a mujeres que se
enamoran perdidamente de él, para conseguir sus fines.
Es muy curioso como Yuki parece gozar de mayor
libertad y menos dudas que Garai en sus objetivos.
El cómic, desde luego, ha sido una revelación en
cuanto a lo que había leído de Tezuka hasta ahora. Se aleja en muchos aspectos
a lo que Tezuka me tiene acostumbrado y se nota, incluso en su grafismo,
huyendo de las típicas caricaturas que hacía Tezuka para centrarse en viñetas
de distinto tipo (pequeñas en los primeros capítulos, después más variadas) y
personajes serios, donde el humor no tiene cabida, y la moralidad de cada
personaje está bien definida.
En definitiva: “MW” es un cómic que me ha sorprendido, es un cómic que no me esperaba que viniera de la mano de Tezuka, con una trama que me ha enganchado de principio a fin, sin héroes realmente, y donde la maldad parece siempre escapar, revolverse y seguir existiendo. Tiene contextos morales muy interesantes para la época en que se publicó, que en su día imagino que serían hasta perturbadores. Y, es desde luego, muy recomendable. Así que no dejéis pasar.
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