Siendo uno aficionado a la Historia en
general, y teniendo la Segunda Guerra Mundial como uno de mis temas favoritos,
mi alegría al ver la posibilidad de ver una película relacionada con uno de los
hitos bélicos más destacables del conflicto, como fue la Batalla de
Montecassino, que se llevó por delante a miles de hombres de diferentes
nacionalidades que se dejaron la vida en aquel monasterio medieval italiano,
unos defendiéndolo, los alemanes, y otros al asalto del mismo: Franceses,
británicos, marroquíes, indios, estadounidenses y polacos, entre otros muchos,
pues fue mayúscula…
“La
batalla de Montecassino”, película polaca de 2024, me ofrecía la posibilidad de
ver, quizás, una gran producción, pero os tengo que reconocer que me he
encontrado con una película sin alma, bastante aburrida, a la que he acabado
llamando “La Batalla de Montecansino”, ya que sus dos horas de metraje me han
parecido bastante insufribles, quizás no tanto como lo que tuvieron que sufrir
aquellos combatientes, que imagino sucios, temerosos, pero obcecados por no
soltar ni un centímetro de terreno al enemigo… Eso no lo vas a ver aquí.
En
la narrativa de esta película, vamos a comenzar por una extraña escena, que a
mi no sé por qué, me ha recordado a una serie que veía hace más de treinta
años, “Las aventuras del joven Indiana Jones”, en la que un chico roba
medicamentos de un hospital británico en Irán y huye por escenarios de
papel-cartón, con una escenografía regulera.
Después
nos centramos en nuestro protagonista en sí, y nos cuentan la historia de
Jedrek, un joven polaco, huérfano para más señas, que huyó de un gulag
soviético, como otros tantos, y se unió al II Cuerpo Polaco que avanza por el
sur de Italia acompañando a los aliados que se topan con la línea Gustav en su
camino hacía el norte, siendo parados desde enero hasta mayo del 44 en
Montecassino, monasterio defendido por paracaidistas alemanes.
Donde
las demás naciones han fracasado, nuestros aguerridos polacos van a triunfar,
con arrojo, tesón, y dejando cientos de bajas en el intento, siendo Jedrek uno
de los soldados polacos al asalto, que vive algunas subtramas sinsentido
mientras avanza hacia la cima, siendo aquello un tanto culebrón venezolano.
La
película carece de gancho, carece de puño, carece de alma, algo que ayuda una
música insulsa, cuatro vehículos de atrezo, un escenario que no te crees, con
seis gatos al asalto. Soldados pulcramente vestidos (como aquellos vaqueros y
pistoleros de las películas de John Wayne, de John Ford, de camisas bien
planchadas), un tipo que se pasea con un pañuelo palestino durante todo el
metraje, gente que va y viene, que se pasea por delante de la cámara como para
intentar llenar espacios vacíos, ambientaciones poco creíbles y escenas de
acción bastante cutres (algunas en primera persona, al más puro estilo Doom,
otras con una cámara borracha que no se mantiene en pie), a lo que hay que
añadir un cachondeo en el frente, una soberbia y arrogancia, que nos tiene mal
acostumbrados el cine yanqui, pero que a los polacos no se la voy a dejar
pasar.
¿Y
el enemigo? El enemigo es invisible y no vamos a comenzar a verlo hasta poco
antes del final de la película, protagonizando luchas cuerpo a cuerpo de patio
de colegio, dando la sensación de que no hay más de ocho actores haciendo de
alemanes y si acaso.
Quizás
la culpa sea mía por haberme hecho ilusiones, pero “La batalla de Montecassino”
es una película que me ha parecido excesivamete larga para lo que ofrece, con
altos niveles (repito) de cutrez, y que podría ser un mejor producto con media
hora menos de metraje y menos dramas y subtramas absurdas.
¿Merece la pena? No, no os molestéis. ¿Nota? Un 4 y creo que es mucho.
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