Fue en 2022
cuando me compré el primero de los diez tomos que conforman la colección de
mangas de “Dash Kappei”, que viene a traducirse como “Espabila, Kappei”, o como
lo conocimos en España hace casi 35 años: “Chicho Terremoto”, también conocido
en Hispano-américa como “Gigi, el Chico Terremoto”, o en Italia, donde tuvo
mucho éxito, como “Gigi, la Trottola”, que podría traducirse como “La peonza”.
Pero a Chicho, o a Kappei Sakamoto, no
lo conocí por los cómics en su día, sino por la serie animada, emitida por
Antena 3 a principios de los noventa, que nos animó el verano de 1991 más que
nada por tener un doblaje desternillante, donde el personaje era español,
concretamente catalán de Tarragona, se llamaba Chicho López y hablaba de
pesetas, siendo su frase: “Tres puntos, colega”, una de las frases míticas
recreadas mil veces con los amigos en los noventa.
Hoy en día, una serie como “Chicho
Terremoto” sería completamente impensable emitirla en televisión en España,
pero os puedo asegurar, que en 1991 nos tenía enganchados a todos, y no era
raro comentar las ocurrencias de Chicho…
En el anime, Chicho se une al equipo de
“Los Bufalos” del Instituto Seirin. A pesar de ser bajito y cabezón, tiene unas
capacidades y habilidades para los deportes increíbles, y a pesar de la inicial
reticencia de los jugadores y de la entrenadora de baloncesto, Eva (Natsu en el
manga), se acaba convirtiendo en el jugador clave del equipo, ya que inventa y
desarrolla varias técnicas secretas con las que inclina la balanza a su favor,
mientras hace el tonto, se enamora de Rosa Díaz (Akane en el manga),
inicialmente la ayudante de la entrenadora (aunque en el manga, venía a ser la
pareja de Tomás/Daiba, un temible jugador de baloncesto de un equipo rival con
el que Chicho tendrá sus más y sus menos, ya que le roba a la novia, si se me
permite decirlo así).
Chicho, que tiene una obsesión por las
bragas blancas y se las ingenia para intentar levantar las faldas de cualquier
mujer y/o chica, incluyendo a la entrenadora, que le propina tremendas palizas
por ello, demostrando una extraña fijación por dicha ropa interior, lo que
vendría a ser, supongo, un fetichista, y que hoy le costaría más de un juicio
por acoso sexual.
Rosita, que es pura e inocente, tiene
que aguantar las chorradas de Chicho, al igual que el resto del equipo dirigido
por el Capitán Antonio (Tachibana en el manga), que tiene un ingenio brutal y a
ratos, como Mortadelo, se disfraza e imita personajes de la época, japoneses
que en sus casas los conocerían, y que el doblaje español se encargó en
hacernos creer que era algo de por aquí.
En el anime, Chicho se iba a vivir a
casa de Rosa con sus padres, ya que sus padres se marchan a California, y a
partir de aquí, tiene un nuevo rival: El perro de Rosa, Bobby (Seiichiro en el
manga, donde no tiene el mismo protagonismo que en el anime), que aparte de
tener la capacidad de hablar (aunque solo Chicho puede entenderle y mantener
conversaciones con este firulais tan interesante), también viste calzoncillos y
nos enseña baloncesto y como jugarlo, algo que no aparecerá en el manga, y
además anda enamorado de su dueña, con la que pretende casarse, algo chocante
hace 45-50 años, pero que hoy posiblemente más de un grupo ideológico no vería
raro.
Ni que decir tiene que el anime, conformado
por 65 capítulos, difiere muchísimo del manga.
Hablemos ahora del manga… Tal como
explican las solapas de los cómics publicados en España, por la Editorial
Kimmo, a los que hay que agradecerles el trabajo realizado en estos diez tomos,
y lo feliz que me han hecho, a mí y seguramente a otros boomers que recordamos
con nostalgia aquellos años del anime…
El
autor del personaje, Noboru Rokuda, con 19 años, y una mano delante y otra
atrás, se largó desde su ciudad natal de Yao (en Osaka) a Tokyo haciendo
autoestop, con la intención de hacerse mangaka.
Había ganado algún premio, y dibujaba
unos mangas un tanto oscuros, que su editor le aconsejó cambiar por algo más
alegre, relacionado con el baloncesto, deporte minoritario en Japón por aquel
entonces, a pesar de que el país había logrado algún título y campeonatos a
nivel asiático. Hablamos de 1979.
Así nació Chicho. Un adolescente que no
solo jugaría al baloncesto, sino que también le daría al tenis de mesa, o
ping-pong, a la esgrima, y hasta al tenis femenino en un brevísimo periodo,
demostrando ser un crack en todo.
El propio Noboru Rokuda lo explica en un
pequeño cómic autobiográfico al final de primer tomo. Tenía 27 años, vivía en
un pequeño apartamento a las afueras de Tokyo, y metió en casa a sus tres
ayudantes y tres mesas de trabajo más, trabajando él en el hueco que quedaba de
un armario empotrado causándole tal estrés que comenzó a perder pelo, y a ganar
sobrepeso.
Chicho tenía un espíritu a pruebas de
balas, no se rendía ni se desanimaba ni a tiros, y en ese aspecto me ha llegado
a recordar hasta al propio Seiya de Pegaso, de Los caballeros de Pegaso, que
siempre acaba levantándose a pesar de las palizas.
En cuanto al manga en sí, una vez leído
lo he comentado con amigos cercanos. La historia me ha parecido más “oscura”,
más “violenta”, quizás con el tema sexual un poco más presente que en el anime,
y esas diferencias se acrecientan con los últimos tomos que difieren muchísimo
del anime. Mis favoritos son, sin duda, los primeros tomos en los que Chicho se
dedica al baloncesto, siendo la parte del ping-pong una buena ida de olla, pero
ya con el tema de la esgrima creo que decae bastante la historia.
Y el final de la historia en el manga no
tiene casi nada que ver con el del anime, donde el propio Chicho se despedía de
los espectadores, después de salvar el Instituto Seirin, y muy enamorado de
Rosa, con la que se comprometía… Aquí, la historia continua en Hawái con una
historia, que, en mi opinión, remata mal el final. Además, antes de que se me
olvide: El anime presentaba, a través de Bobby, más deportes que no salen en el
manga.
En definitiva: La colección de mangas
publicados en España entre 2022-2024 por la Editorial Kimmo es para quitarse el
sombrero, y ni que decir tiene que, si conoces el personaje, hacerse de ella,
es de lo más recomendable. En cuanto a la serie, a raíz de leerme los tomos, me
he vuelto a tragar los 65 episodios, y no sé si es porque tengo 51 tacos o los
tiempos han cambiado mucho, hoy no le daría más de un 5,5 o un 6 de nota.
Mientras lo veía, pensé, que, si Chicho hubiese sido una persona real, actualmente él y los demás tendrían unos sesenta y tantos años si en el 79 cuando nació, era ya un adolescente. Lo sé, una ida de pinza mía. Lo dejo por aquí.
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