Una tarde más, Netflix me
recomienda una película rara como es “La Cuarta Fase” (2009), cinta que reconozco
que no conocía ni siquiera de oídas y que encima tiene unos añitos, como
novedad en la parrilla de la plataforma.
Con el gancho de ser una
película de abducciones, y estar Milla Jovovich al frente, he caído en la
trampa mortal de verla.
Lo primero que llama la
atención, y ya me ha chirriado desde el principio, es la propia Milla Jovovich,
en un primer plano, con aire solemne, diciéndole a la cámara que todo lo que
vamos a ver es real y que son hechos acontecidos en el año 2000, de cuyos
hechos se conservan “testimonios y grabaciones” que el director mezclará con el
metraje de la película.
Así nos encontramos con un pseudo-documental,
donde el mismo papel lo interpretan dos actores diferentes. Aunque no sé por
qué, los supuestos personajes reales parecen más desquiciados que los supuestos
actores intérpretes.
En la narrativa, una supuesta
psicóloga cuyo marido parece que fue asesinado (después resulta que se
suicidó), entrevista a una serie de parroquianos en Alaska, que, tras el
visionado de un búho, parecen abducciones, que después no está claro si son o
no son, o vete a saber… Mientras que el director utiliza los típicos chirridos,
subidas bestiales de volumen del sonido y cosas parecidas para dar un terror
que huye en cintas distorsionadas tanto en imagen y sonido, entes que hablan
sumerio para adolescentes y peña que levita, todo mezclado en una coctelera
bastante confusa…
Claro. Es una película de su
tiempo, y tras dos “Proyectos de la Bruja de Blair”, y un par de “Paranormal
Activity” cuando esta salió, debió beber de estas fuentes, con empacho gordo
garantizado, ya que no parece haberle sentado bien a los guionistas los
supuestos hechos reales, con nombres cambiados, de los que nadie habló… Ni
habla. La dejo a vuestra entera elección, pero no me pidáis que vuelva a verla.
Es para olvidar.
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