Como
cualquier hijo de vecino, entre 2011-2019, estuve enganchado a “Juego de Tronos”.
Una serie basada en los libros de George R.R. Martin, que se presentaba como
una fantasía épica basada en un mundo medieval y mágico, y que a lo largo de
ocho temporadas y 73 capítulos desgranaba las luchas por el poder de diversas
casas y personajes en un gran tablero con dragones, caballeros, traiciones y
sexo.
A
pesar de que la serie me gustó, nunca me llegué a leer los libros en los que
estaba basada, aunque sin embargo si he leído algún cómic del autor, como “Sueño
de Fevre” que tiene una temática vampírica.
En
cuanto a la novela gráfica, o cómic, “Juego de Tronos” está dividido en cuatro
tomos, adaptados por Daniel Abraham (guion) y Tommy Patterson (dibujo), que
hace un buen trabajo, con un color muy vivo (por parte de Ivan Nunes).
El
primero (Planeta Cómic, 2018) nos presenta, como en la serie, a la casa Stark y
su relación con el rey, así como la de este con otra casa, la de los Lannister.
La visita del rey a Invernalia, el reino más norteño antes de llegar al Gran
Muro de Hielo que sirve de frontera y casi como final del mundo, revoluciona al
reino, y comienzan a suceder cosas un tanto inesperadas… Mientras tanto, en la
otra punta del planeta, dos hermanos, supervivientes de la antigua casa
reinante, tienen que intentar sobrevivir con la vista fijada, sobre todo por el
hermano, en recuperar el trono perdido…
Ignoro
si la adaptación es fiel a los libros o no, porque no me los he leído, pero
tiene algunas semejanzas con la serie y otras tantas diferencias, aunque no
quiero entrar en ni unas ni en otras.
El cómic es tapa dura, tiene 192 páginas, y algunos extras finales consistentes en una galería de portadas y cubiertas alternativas. Sale algo de sexo y desnudos, y no es un cómic para menores, en mi opinión. Leeré los siguientes tomos, sin lugar a dudas.
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