“Aguas Oscuras” (2019)
se estrenó en enero (creo recordar), y hasta hoy no he tenido tiempo de verla.
Nada más empezar, a los quince minutos, me ha recordado mucho a “Erin Brokovich”,
película de Julia Roberts que suelo poner a mis alumnos de 3ºESO (Geografía) y
que solemos comentar en clase.
La lucha titánica de un
abogado, contra una multinacional, en este caso DuPont, que está envenenando a
toda una localidad a través del teflón (que tantas y tantas veces vendí yo
cuando trabajé de ferretero, hace ya quince años). La petición de ayuda
desesperada por parte de un granjero local, al que se le han muerto cerca de
doscientas vacas, hace que nuestro abogado de turno (Mark Ruffalo) se interese
por el caso, aún a sabiendas que tiene casi todo que perder, mientras navega
por aguas turbulentas en su propia casa.
Basada en un hecho
real, concretamente en la lucha en tribunales del abogado Rob Bilott, la
película es clara y directa desde el principio, y no se anda por las ramas a la
hora de denunciar a las grandes empresas estadounidenses, su afán de
enriquecimiento por encima de la salud de las personas, y como de vez en cuando
alguien da la campanada y les da un tirón de orejas. Su metraje me ha parecido
excesivo, y a ratos se me ha hecho lenta, pero se deja ver y es interesante más
por lo que cuenta, que como lo cuenta.
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