Después de
haber leído “Camas”, me quedé con ganas de leer un poco más de Groucho Marx. No
en vano, tengo algunas películas originales de los hermanos Marx (Sopa de
ganso, un día en las carreras, Copacabana…), algunas de ellas con un doblaje
peor que pésimo.
(Me he reído una barbaridad)
Me decidí
estas Navidades pasadas por “Groucho y yo”, que me costó unos cinco leuros, y
ahora he tenido la oportunidad, y el tiempo, de leerme esta desternillante
autobiografía del más loco y genial de los Marx.
Por sus
páginas, en capítulos de 9-10 páginas (el libro tiene 299 páginas), Groucho
desgrana su vida, y la de sus hermanos (Harpo, Chico, Gummo y Zeppo), desde que
recuerda (asegura que nació a una temprana edad) hasta que escribe el libro
(1959). No es una autobiografía al uso, primero por la forma en la que narra
los acontecimientos, con un humor impresionante que me ha hecho soltar más de
una carcajada (como describe a su padre, y a su trabajo, es para
desternillarse), y segundo, porque no sigue un hilo histórico rígido, sino que
da botes en su vida, de aquí para allá. Con un sinfín de divertidos monólogos y
opiniones (sobre el mundo del espectáculo, las mujeres, el trabajo, el dinero o
la televisión). El libro se hace muy ameno, increíblemente fácil de leer, casi
adictivo, con unas comparaciones con la actualidad (la suya de aquellos finales
de los cincuenta) ya superadas, pero que podrían pasar por la tabla rasa del
S.XXI sin muchas dificultades. Al fin y al cabo, hay cosas que no cambian
nunca.
Si la
autobiografía es real, o no, la verdad es que importa muy poco. Solo leer a
este hombre, y todo el humor que destilaba, ya de por sí, merece la pena. En mi
caso, la carcajada ha estado garantizada. La sonrisa, presente. Es una lectura
muy recomendable. Al 100%. (Nota: Prometo leer algo más, en un futuro, sobre
los Marx)
P.D:
Hablando de tantos por ciento. El 98% de mis alumnos de la ESO, unos ciento
veintitantos, no tenían ni idea de quien era Groucho Marx (y tampoco les
interesa). El 2% restante no acudió ese día a clase. La encuesta es real. El
dato, abrumador.
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