La película “Presence” de 2024 se rodó en once días (en septiembre de
2023), en una casa de un barrio suburbano, tranquilo y arbolado, eso sí, de
Cranford (Nueva Jersey) y costó 2 millones de dólares, recaudando casi once
millones en cines.
Viene de la mano de Steven
Soderbergh, que además de director, es también el director de fotografía,
aunque usa el seudónimo de Peter Andrews, y también el tipo encargado de llevar
los cafés al set de rodaje, y manejó la cámara en primera persona, entre otras
tantas ocupaciones.
Soderbergh apostó por una
película de una hora y veinte minutos de metraje, con cinco actores, con una
trama alrededor de una familia que se muda a una casa y en donde, como indica
el título de la película, hay una Presencia inquietante, paranormal, y no es
Lucy Liu, aunque podría ser, porque es lo que más miedo da en esta producción
de fenómenos paranormales.
Ver a Lucy Liu hablar, sonreír,
o darle la mano a otro actor, me causó auténtico pánico, y casi pierdo la
chaveta ante este hecho, pero no… La presencia es otra cosa, aunque no tan
inquietante como… Lucy Liu.
“Presence” es una de esas
películas de bajo presupuesto, en los que los dos millones de dólares se lo han
fulminado en dos semanas los actores, el alquiler de la casa y unos efectos
especiales, breves, escuetos, dignos de una película de aficionados, donde
puertas se abren o cierran, libros levitan o estanterías se caen, pero que
consiguen su efecto, y ahí está la taquilla para demostrarlo.
En la trama tenemos en
primer lugar, la cámara recorriendo una casa de dos plantas vacía. Es la típica
casa estadounidense de dos plantas, jardín, barrio arbolado, y una tipa, que
resulta ser una agente inmobiliaria, con muchas prisas, abriendo ventanas.
Por las vueltas y el
recorrido absurdo que da la cámara, ya te haces una idea de que la propia
cámara es un fantasma que habita el lugar.
Pronto llega una familia interracial,
poco creíble por la diferencia de caracteres, más que nada (no nos vayamos a
ofender ni a ponernos estupendos), que son los Payne: Chris, el padre, que
parece arrastrar siempre preocupaciones, culpas, y que ve como su matrimonio va
a rastras y su hijo pasa de él mucho.
Viene de una familia ultracatólica, pero él parece pasar de todo el tema
espiritual y paranormal. Está viendo venir un divorcio en ciernes ya mismo, y
se siente más solo que la una. Su esposa, Rebekah, que es una bróker experta en
finanzas, fría y calculadora, de la que su marido no se fía, y que anda metida
en rollos raros, que es nuestra Lucy Liu, que ya os digo, es la presencia que
más me ha perturbado en la película. Tyler, el chico de la familia, que intenta
encajar, es competitivo, juega con drogas y alcohol, y pronto se echa un colega
rubiales en el barrio. Es el ojito derecho de su madre. Y Chloe, que es la adolescente
que viene de perder a su amiga Nadia por culpa de una sobredosis. En realidad,
fallecieron dos chicas.
La familia tiene unos
vínculos un tanto frágiles, y pronto, la presencia fantasmal se va a manifestar
en la habitación de Chloe, arreglándole el cuarto mientras ella se ducha, y
siguiéndola por la casa, por lo que la chica cree que es el fantasma de Nadia
que la acompaña, aunque nosotros como espectadores, ya hemos visto que esta
presencia ya estaba en la casa con anterioridad a la llegada de la familia.
Pronto, nuestra Chloe se enrolla
con el Rubiales amigo de su hermano, algo que la Presencia no lleva bien, y lo
manifiesta a su manera, tirando cosas. Y la llegada de una sensitiva, con la
que su marido hace dinero a sus espaldas, empeora un tanto las cosas, ya que
percibe la Presencia, pero no el motivo que la ata a la casa, algo que vamos a
ver en los diez últimos minutos de metraje…
En resumidas cuentas: La
película, a pesar de tener un metraje corto, se me ha llegado a hacer un tanto
larga en algunas de sus escenas, la mezcla de problemas en la familia con lo
paranormal está bien concebido, pero se puede decir que a veces no pasa nada.
Además, los distintos cortes en negro, que funciona muy bien en las películas
de Star Wars, esas cortinillas para marcar hechos o días, aquí te pueden llevar
a parecer corta y pegas un tanto así así…
El fantasma no impacta, y el verdadero terror está en el Rubiales, siendo el final uno de esos que te dejan con el culo torcido, pero que al director le ha valido. Personalmente, le doy un 5,5 de nota. Interesante, reflexiva, pero no es el terror que yo esperaba encontrar, más allá de Lucy Liu hablando.
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