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martes, 22 de abril de 2025

Parthenope (2024)

 

        Hace un año oí hablar de “Parthenope”, película italiana de 2024 del director y guionista Paolo Sorrentino, que colecciona premios nacionales e internacionales como churros, y que además es productor de esta película, que la ha creado como un homenaje a su ciudad natal, Nápoles.

        Lo que oí o leí, ahora no lo tengo muy claro, es que la película era como un anuncio de colonia de dos horas, frase que me hizo mucha gracia y que me he apropiado indecentemente, todo hay que decirlo, para la miniatura de la reseña del canal.


        Ya en los primeros compases de esta producción de dos horas y diez minutos, te das cuenta que estas ante una película que no es de las habituales que suelo ver y comentar. Ojo, tampoco es que me pille de sorpresa, porque en este cine de Sorrentino hay mucho Realismo Mágico, Barroquismo, Poesía, Existencialismo Filosófico, Surrealismo, el esperpento de Valle Inclán y el ojo de Fellini, todo amasado sabiamente. Este Sorrentino, he podido comprobar, sabe lo que se hace, y en “Parthenope” hay mucho que comentar y analizar, pero yo no quiero irme por las ramas…

        En la mitología griega, Parthenope fue una sirena cuyo cuerpo fue enterrado en una playa napolitana, y de ahí, quizás, que la protagonista de la película nazca en una playa de Nápoles, y se llame de esta manera.


        Ya desde los primeros compases, sabes que la película tiene mucho de simbolismo, de tintes de surrealismo, y, efectivamente, de anuncio de colonia. La primera hora hasta podría ser un videoclip perfectamente, y la música, que para mi es muy adecuada, ayuda a que lo veamos así.

        No vemos la niñez y parte de la adolescencia de la joven Parthenope, su nacimiento y el tiempo se va a años concretos de su vida. La vemos en una fase cercana a la adultez, con la mirada puesta en la carrera de Antropología, y rechazando otras posibilidades como la de la interpretación. Bella a rabiar como es la actriz Celeste Dalla Porta, levanta miradas y deseos allí por donde pasa.


        Parece que todos están muy interesados en ella, en lo que debería ser o lo que debería hacer, pero ella solo está interesada en un autor literario estadounidense, un Gary Oldman fugaz, que está ya de bajada y sin frenos.

Alcoholizado, y perdido en el tabaco, (en la película se fuma unos dos millones de cajetillas en sus dos horas de metraje, es algo que me ha llamado mucho la atención), el autor parece que por un momento le va a abrir una puerta que Parthenope no llega a atravesar, y es, posiblemente, un guiño a lo que podría haber sido su vida. Pero nuestra protagonista solo quiere saber qué es la antropología, pregunta que se va a hacer en muchas ocasiones, recibiendo cada vez una respuesta diferente, mientras mantiene un vínculo fuerte, y a la vez un tanto extraño, con su hermano.


        El amor, un tanto raro, con su hermano y su posterior suicidio la marcan, y los hombres, riquísimos, pero casi todos vacíos de moral, solo pasionales, se le acercan, mientras que ella cambia aquella admiración por el autor estadounidense por el de un viejo profesor de antropología, que vive solo, parece siempre ser un huraño, y cuida a un hijo que no vamos a ver hasta el final del metraje y que es un tanto especial.

        También tiene relaciones con mujeres, como con una profesora de la Universidad y encuentro surrealistas con divas y gente que simplemente pulula por su vida, entran y salen mientras como espectador pareces asistir a una especie de cuadro viviente, muy visual, pero con una narrativa que no sabes bien por donde va a tirar.


        En la segunda hora, mantiene una relación un tanto extraña con un cardenal mientras estudia la licuefacción de la sangre de San Genaro. No sé por qué, pero he pensado que esta parte le hubiera encantado a Salvador Dalí. Hay una crítica en este aspecto feroz a la Iglesia que aparenta, que no cree o que es falsa en su propia fe y defensa.

        Después ya viene un nuevo amor que tampoco madura, y parece que en la belleza de Parthenope está la propia maldición de la soledad. La jubilación de su viejo profesor de Universidad que le busca un trabajo en la docencia, a modo de despedida, y la vejez de Parthenope, su propia jubilación, que vemos en los últimos compases de la película, volviendo al hogar, con unos seguidores de Nápoles cantando… Y ahí, parece que toda aquella magia anterior ha desaparecido, aunque ella sonríe.


        En definitiva: A mi me ha gustado mucho, a pesar de que a ratos se me ha hecho larga, y su narrativa te da la sensación de estar rota, y de ser una sucesión de escenas no siempre bien cosidas, pero, por el contrario, me ha gustado en su imagen, en su estética, en la presentación (más la primera hora, más mágica, que la segunda). La dirección artística, la fotografía, la música… Todo fantástico. ¿Nota? Le doy un 6,5. Ya me diréis que os pareció a vosotros.

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