Siguiendo la estela de
Israel J. Espino, y su “Extremadura
Secreta. Brujas, Sabias y Hechiceras“ (Almuzara, 2019), me
he decidido leer “Extremadura Misteriosa. Guía Secreta” (Almuzara, 2009) de
José Manuel Frías, que va por la segunda edición, y que me encanta por traer a
colación muchos de los misterios que rodean la atávica Extremadura, siempre tan
desconocida, y tan llena, no ya sólo de bellos parajes, sino de cantidad de
misterios y leyendas. Desde lugares encantados, hasta apariciones, milagros de
Santos y Ovnis, por poner algunos de los ejemplos.
Muchos los conocía, como
el caso del humanoide de la Base de Talavera La Real, o las apariciones de la
Virgen en Chandavila, junto a La Codosera… Así como los misterios de la
Casa-Museo Árabe de Cáceres (no en vano viví en la ciudad cuatro años), La
Pantaruja de Albuquerque, o la leyenda de la Serrana de la Vera, conocida más
allá de nuestras fronteras regionales.
Pero hay otros casos de
apariciones que no me sonaban, y leerlos y descubrirlos en este pequeño
librito, ha sido, para mí un placer. Hay cosas que me han “rallado” (está bien
escrito, “rayarse” con Y sería obsesionarse) un poco, sin llegar a “rayarme”, como
por ejemplo, al hablar del Sagrado Mantel de Coria, referirse a que un
caballero de la Corte de Carlomagno, Guido de Borgoña, que llega a conquistar
el Castillo de Alconétar (Cáceres) regido por un tal Fierabrás (como el del
bálsamo del Quijote), y celebrar la victoria con dicho mantel, que obra el
milagro de que allí comenzaron a salir viandas por doquier para los asistentes.
Carlomagno no bajo más al sur de Cataluña, la llamada Marca Hispánica, así que
Guido de Borgoña (caballero o noble del S.XI, no del S.IX), no solo es que no
viniera por tierras extremeñas, sino que vivió doscientos años después del
emperador. También me llamó mucho la atención, al referirse a un estudio que
hace Chicho Ibáñez Serrador en la Casa-Museo árabe cacereña, junto a una docena
de investigadores de lo paranormal, la frase “Fue hace apenas un par de años”,
cuando yo ya hubiera puesto “Fue en 2006, 2007…”, al menos en esta segunda
edición, ya que el hecho aconteció al poco de salir a la venta la Primera Edición
del libro. Igualmente, al tratarse de una segunda edición (2014), creo que
deberían haber corregido más algunas faltas ortográficas que se han colado (una
decena).
Aún así, que yo soy muy
criticón, y veo la paja en el ojo ajena, pero no la viga en el propio: ¿Merece
la pena la lectura de “Extremadura Misteriosa”? Por supuesto que sí. Conocer
estos datos, estos hechos, aunque solamente sea desde una visión antropológica
o curiosa, siempre merece la pena. De ahí, mi admiración por personas como Israel
J. Espino o José Manuel Frías, que han dedicado tiempo y estudio a que estos
temas no se pierdan en la desmemoria de los años. A mi el libro, a pesar de ese
par de críticas que le hago, me ha encantado, como os decía al principio de la
entrada.
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