Hace
un par de meses, algunos de vosotros me hablasteis, y algunos me pedisteis, que
hiciera una reseña de la serie de animación “Efectos Secundarios”, una serie de
animación, que, curiosamente, ha pasado tristemente desapercibida para la
inmensa mayoría del público, hasta donde sé, al menos en España.
Durante el mes de marzo, he tenido la
oportunidad de verme los diez episodios (de unos veinte minutos cada capítulo) de
su temporada única, aunque hay una segunda temporada en marcha, que según dicen
algunos mentideros cinematográficos españoles, se estrenaría a finales de 2026,
y hasta que no la he visto entera y la he digerido, no he querido ponerme a
opinar sobre ella. Y digo bien lo de digerir porque “Efectos Secundarios” es la
típica serie que muchos sectores económicos de la sociedad no querrían que
vieras. Es una serie que puede llegar a incomodar y crear cierta inquietud,
pero creo que ese es su objetivo desde el principio y lo consigue con creces,
con unos toques muy buenos de humor, cierto realismo mágico y… de condimento,
hongos azules peruanos.
Mucha gente desgrana una serie desde el
primer episodio, desde los primeros veinte minutos del primer episodio… Pero
yo, la verdad, no soy capaz de juzgar una serie, una película, un cómic o un
libro, sin haberlo concluido entero… Serán cosas de Boomers, digo yo.
De entrada, os puedo decir… Os puedo
asegurar… Que creo que es una de las mejores series que he visto,
independientemente que sea de animación, o no, en mucho tiempo, y que creo que
es una de esas series casi imprescindibles para los tiempos que corren, que
parece que pasan desapercibidas para el público en general, pero que, desde
luego, son de las marcan y dan que hablar…
“Efectos Secundarios” toca varios palos,
y abre varios melones sociales, dialécticos, filosóficos, que son muy
interesantes a tener en cuenta. Es una serie dirigida a un público adulto que
pueda hacerse determinadas preguntas sobre la salud, nuestra salud, sobre
quienes manejan los hilos de las farmacéuticas, de qué manera, con qué fines,
que te podrás imaginar que son meramente económicos y que realmente la gente
les suele importar una ñorda pinchada en un palo.
En la narrativa tenemos a Marshall y
Frances. Marshall es el típico hippie que viste una camisa abierta y lleva un
sombrerito. Va siempre con el torso medio desnudo por ahí, es tripón, barbudo y
ha pasado un tiempo en la selva peruana, donde ha descubierto cierto hongo azul
que es capaz de curar enfermedades como el Alzhéimer, e incluso regresarte de
la muerte en un último momento.
Traer el hongo, y su tortuga Sócrates, a
Estados Unidos casi le cuesta la vida, pero cree en un objetivo alto, noble y
altruista, como es llevar la cura de todas las enfermedades a cualquier hijo de
vecino, y pronto se van a cruzar en su camino las farmacéuticas
estadounidenses, que, por supuesto, tienen y quieren impedir que Marshall se
salga con la suya, junto al propio gobierno estadounidense.
Un encuentro fortuito con una antigua
compañera, Frances, le cambiará la vida, o mejor dicho, a ambos, ya que
Frances, que trabaja para una farmacéutica en horas bajas, algo que le oculta a
Marshall desde un principio, vive una vida anodina con una pareja al que no
quiere, una madre con alzhéimer y un voraz jefe que quiere sobrevivir como sea
al destino al que se enfrenta la empresa.
A partir de esa premisa, tenemos diez
episodios que te enganchan desde el principio hasta el final, donde vamos a ir
viendo como Marshall es traicionado prácticamente por todos, con grandes dosis
de drama, sátira, acción y un humor muy característico, al igual que el dibujo
de los personajes, que son cabezones, a mi me han recordado mucho a los
cabezudos que veían en los desfiles y cabalgatas cuando era pequeño hace 40
años, y donde no puede faltar el Italo-disco alemán, y el surrealismo de las
alucinaciones provocadas por los hongos, un tanto Dalí, un tanto Miró, un tanto
Magritte…
Los secundarios que presenta la
narrativa también son de lujo, como una pareja de agentes del FBI. Él, negro
heterosexual, ella blanca lesbiana, que plantean también una curiosa relación
de amistad profesional, y no pueden faltar los hippies traicioneros y falsos, o
los tipos del Medio Oeste Americano que adoran las armas y que no son muy
inteligentes.
Tiene sus altibajos, sus giros
argumentales increíbles, pero repito, querrás ver todos los episodios, y no pararás
hasta verlos todos hasta el final.
En definitiva:
Una serie que quizás no te cuente nada que no sepas, o que ya sospecharas, pero
que es tan interesante y didáctica (creo que se puede usar esa palabra,
didáctica), que no me extraña que haya renovado para otra temporada.
Es una auténtica bofetada en todos los
sentidos, y a mi me ha encantado. De nota le doy un 7,5, y creo que no exagero,
de verdad… Echadle un vistazo.
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