“Jiletta
o el caos frenético” (Planeta Cómic, 2021) es una de las obras más paranoicas
que he leído de Osamu Tezuka (Gran
Dolls, Adolf,
Oda
a Kirihito). Publicada originalmente entre 1968-1969 en tres partes, es una
suerte tenerla en esta edición publicada por Planeta Cómic, ya que solo había
conseguido leer algunas páginas sueltas, viñetas, de uno de los cómics, quizás,
que menos fortuna tuvo Tezuka.
En
la narrativa, los personajes son extraños (incluso) para la época. El
protagonista, Ichirô Monzen, es un egoísta productor que solo piensa en su
beneficio, y puede llegar a ser bastante ruin y malvado en lo que es conseguir
sus objetivos.
Tiene
como víctimas de sus delirios a Nagisa Harumi, una actriz-cantante, venida a
menos, que se transforma en una mujer fea cuando come, y en una belleza en
ayunas (relacionado con las estrictas dietas que hacían algunas actrices en la
época. Y, al novio de la misma, Otohiko Yamabe, un mediocre mangaka, sin mucho
futuro en el mundo de los cómics, pero que adquiere un extraño poder al ser
encerrado, accidentalmente, en un sótano: El poder de convocar un mundo
onírico, de sueños y realidades paralelas llamado Jiletta (o el caos
frenético), donde los deseos y miedos más oscuros del que lo sufre, se hacen
realidad al entrar en él. Sin contar con la propia exmujer de Monzen, que lo
tiene calado desde el primer minuto.
Monzen
usará a la pareja a su beneficio, sin escrúpulos, en un Japón que protesta a
través de sus estudiantes de izquierdas contra la sociedad. En un Japón muy
influido por la cultura y el consumismo estadounidense, así como el cine y la
manera de vivir, y con la sombra de la Guerra Fría y las armas nucleares en el
trasfondo de alguna que otra viñeta, ¿A quién no le gusta un buen Apocalipsis?.
Sus
casi 400 páginas, no dejan de ser interesantes, aunque es verdad que las
últimas cien se me han hecho un poco cuesta arriba, y me ha parecido que la
trama no solo no avanzaba, sino que Tezuka buscar cerrar de alguna manera aún
no decidida una historia que no le daba para mucho más.
Que los escudos de los anti-disturbios tengan publicidad, me ha parecido de una genialidad maravillosa.
Aun
así, estamos ante un manga clásico, que ya supera los cincuenta años de su
primera publicación, y que es una buena oportunidad de conocer más de este hito
del manga japonés. Dibujo clásico, sencillo, caricaturesco muchas veces, y con
una pizca de erotismo y bastante humor.
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