Me
leí hace casi cuatro años, cuando salió, “Imperiofobia
y Leyenda Negra” de María Elvira Roca Barea, y es un libro que ciertamente
me gustó. Un libro que consideré en su día, hasta necesario. La consecuencia
lógica de ello, ha sido leerme, años después este “Fracasología. España y sus
élites: de los afrancesados a nuestros días”, que va por su tercera edición
(Planeta, 2019) cuando escribo estas líneas, y que, personalmente, no me ha
defraudado nada.
En
primer lugar, en cuanto al trabajo anterior, que se basaba en tres imperios
(español, estadounidense y ruso), me parece más acertado que se defina mejor en
su planteamiento que afecta a un país concreto, España, como objeto de su
ensayo. En el anterior, quizás, Estados Unidos y Rusia deberían haber sido
parte de otro volumen, porque ya con lo que tenemos de Leyenda Negra, España da
por si sola para todos los libros y ensayos que le caigan.
En segundo lugar, a mí me ha ofrecido otro punto de vista histórico, distinto al que yo tengo, ni mejor ni peor, distinto, que a mí como profesor de Historia me parece enriquecedor, siempre que venga con datos y bibliografía, como es el caso. Huyendo de la repetición de mantras atávicos y vetustos, que por otra parte, la autora demuestra como erróneos, y esclareciendo algunos hechos que muchas veces damos por sentado.
Dividido en tres partes, con sus correspondientes capítulos en cada una de esas partes, la autora desgrana la Historia de España desde su afrancesamiento del S.XVIII, hasta los últimos acontecimientos que vivimos actualmente en España, tanto en lo político como en lo social, que incluye, por supuesto, lo económico.
A
mí me ha tenido muy enganchado, y ciertamente lo recomiendo, a pesar de que
algunos de sus críticos la acusen infantilmente de no ser profesora de Historia,
o licenciada. Tampoco lo es Eslava Galán, y eso no es óbice para disfrutar de
su punto de vista histórico, que es una maravilla se mire por donde se mire. Es
un ensayo valiente e interesante, y creo que viene a tapar como un grano de
arena, un hueco grande que hay en la Historia de este país.
P.D:
Hay un capítulo, dedicado a Max Weber, que es el que se me ha hecho más plomizo
(y plomazo). No es criticar, es referir.
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