sábado, 11 de abril de 2020

Berlín. Ciudad de Luz. Libro tres (Astiberri, 2018) Jason Lutes



        Con “Berlín. Ciudad de Luz” (Astiberri, 2018) de Jason Lutes, llego al final de mi viaje, tras pasar por “Ciudad de piedras” y “Ciudad de humo”. Ha sido un recorrido que me ha dejado un sabor, ciertamente, agridulce.

       “Ciudad de Luz” cierra un ciclo de veintidós años de trabajo, que condensa cinco años de la historia de Berlín, quizás los cinco años más estremecedores de su convulsa historia, ya que, por las páginas de Lutes, a través de sus viñetas, la hemos visto caer, poco a poco, en al abismo de la radicalidad política, desde 1928, hasta este 1933 que cierra nuestra Historia.

       El periodista Kurt Severing anda depresivo por las calles. No habla con nadie. No quiere saber nada sobre nada. Las investigaciones de los asesinatos del Primero de Mayo de 1929, aquellas cargas policiales, y la radicalización de los berlineses, le han sumido en un pozo interior. Su relación con Martha es esporádica, ya que esta, parece sentirse más seguro en brazos de otra mujer, Anne, que esconde su feminidad tras una fachada masculina.

        La propia Martha está confundida, no es la misma persona que llegó desde Colonia, para estudiar Arte hace cinco años. No, todo ha cambiado. Los nazis persiguen a los habitantes de la noche, clausuran locales, con ayuda policial.

         Los pocos judíos que son conscientes de lo que se les viene encima, optan por huir de Berlín, inteligentemente. Ven en Estados Unidos, una nueva oportunidad, de comenzar de cero, de seguir viviendo libres. Su estrategia de pasar desapercibidos no ha funcionado, y son hostigados, maltratados y perseguidos. Sus negocios sufren pedradas, ataques, y la incomprensión de una gente que cada vez los apoya menos. La policía es cómplice de todos esos desacatos.

       La juventud se radicaliza. Hay que elegir bando, y los jóvenes apoyan a unos o a otros, enfrentándose en las empedradas calles. La tragedia se masca en el aire. Hitler se desplaza a Berlín, y su encuentro con Hinderburg, es el punto de inflexión para que todo se precipite.

        El tercer, y último tomo de “Berlín” cierra los círculos. No hay rastro de los “Cocoa Kids”, aquellos músicos de Jazz que quisieron buscarse la vida en Berlín. Quizás, esta ya no era su historia. El dibujo, más maduro de Lutes, se resume en menos viñetas de las que acostumbraba en los dos primeros libros. Los silencios siguen siendo brutales, los pensamientos de los personajes nos guían, una vez más, por la trama. A veces, es mejor no decir nada. Ha sido una historia muy bella, triste, pero original. Lutes no se ha basado en los grandes hechos, los grandes personajes políticos. Ha seguido el camino de unos pocos berlineses de la calle, y ha sido fantástico: Piedras, humo y luz.

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