¡Ay!, nada como una buena
historia de piratas, para cambiar de tercio… “Sangre Negra” (Ponent Mon, 2014)
de Bernard Vrancken (dibujo) y Stephen Desberg (guión) nos lleva a una isla
francesa de las Antillas.
En la isla, los colonos
franceses se enriquecen en sus plantaciones llevadas por esclavos. En una de
ellas, en la de la familia Pérolles, se crían juntos un mestizo (de sangre
negra), Tristán, y el típico rubiales, blanco como la cal, e hijo de ricos
propietarios, Marc-Antoine.
Todo es amistad sincera en la
alegre infancia, interrumpida ocasionalmente por alguna presencia pirata o de
cazadores de esclavos fugados de mala ralea. Los nenes crecen, se convierten en
hombres, y Tristán se enamora perdidamente de Madeleine, la hermana de Marc-Antoine…
Pero ese amor es imposible, ¡Oh!, por su sangre, por las estrictas normas
sociales imperantes en la época.
Cuando Marc-Antoine regresa de
un viaje de dos años en Francia, la vida en la plantación se tuerce por su
violencia y sus exigencias, y la amistad con Tristán se rompe con un duelo
incluido… Entonces, a Tristán solo le quedará la vida de proscrito, la de
pirata.
“Sangre Negra” es un cómic clásico
de aventuras que se disfruta mucho. Tiene amistad, historias de amor, algo de
sexo, racismo para parar un galeón (era normal en aquella época, por supuesto),
abordajes, venganzas y duelos de espadas. Engancha, como la mejor de las
historias. Si acaso hay algo que objetas, es que Vrancken pinta muchas veces
los personajes con los mismos caretos: Caras cuadradas, bocas como líneas, ojos
achinados… Que me han llegado a recordar a Milo Manara en algunas viñetas, pero
eso no es óbice para disfrutar de un buen cómic, y una buena historia.
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