“…el único héroe válido es el
héroe “en grupo” nunca el héroe individual, el héroe solo”
H.G. Oesterheld.
(Un joven Oesterheld)
Con
“El eternauta” me he tirado un mes largo en su lectura. Y debo decir que ha
sido un mes de lectura intensa. “El eternauta” es una colección de fascículos
coleccionables que apareció en su primera edición en Argentina en 1957, dentro
del semanal Hora Cero. Con un formato rectangular, en blanco y negro, a mí me
recuerda mucho a los coleccionables españoles que aún conservo de El Guerrero
del Antifaz o El Capitán Trueno. Aventuras que te enganchaban desde el
principio y que estabas deseando leer semana tras semana.
La acción de nuestra historia sucede en Buenos
Aires, en 1963. “El eternauta” es Juan Salvo. Un hombre tranquilo, que vive
junto a su mujer y a su hija (Elena y Martita) en un barrio residencial típico,
con su casita y su jardín. Una buena noche, mientras juega la partida de “truco”
semanal con sus amigos: Favalli (un profesor universitario), Polski y Lucas,
ocurre una nevada. Pronto, los seis residentes de la casa, se dan cuenta de que
algo no va bien con dicha nevada. La gente que entra en contacto con ella,
fallece a los pocos segundos. En un principio no saben bien lo que está
pasando, de hecho, se hacen algunos trajes aislantes para poder salir al
exterior de la casa. Polski no llega ni siquiera a ponérselo, porque en un
ataque de locura, sale a la calle sin ninguna seguridad, falleciendo en el
actor. Y Lucas es abatido en la jungla inhumana en la que se ha convertido la
ciudad. Pronto encuentran a otros supervivientes de la nevada, entre ellos a un
joven llamado Pablo, a un valiente tornero llamado Franco o a un historiador
(Mosca).
(Solano López)
Y pronto también, se dan cuenta de que la
nevada es un ataque extraterrestre. Las fuerzas de ataque alienígenas invaden
la ciudad y se lucha calle por calle contra los cascarudos, tropa de infantería
alienígena (una especie de escarabajos necrófilos), los gurbos (versión
gigantesca de los cascarudos) y los Manos (lugartenientes de los verdaderos
invasores, los “Ellos”).
Los
invasores robotizan a los humanos capturados, utilizándolos contra sus congéneres,
y las batallas se suceden en la ciudad… La historia de “El eternauta” es
narrada a un guionista, que presumimos que es H.G.Oesterheld. Juan Salvo ha
viajado en el tiempo y narra su atroz experiencia en la lucha por la supervivencia…
La
edición que tengo es una recopilación de la original. Estaba numerada hasta la
página 195 y después volvía a empezar desde 1, pero he podido calcular que la
compone entre quinientas y seiscientas páginas, incluyendo un interesante y
revelador prólogo de Juan Sasturain, y algunas láminas y portadas en color,
aparte de las versionadas de los personajes.
El
dibujo es de Francisco Solano López, dibujante clásico argentino del que ya os
hablé en el blog cuando le tocó el turno a “Ana e Historias tristes” (busca la
entrada con el comentario del cómic en el buscador del blog), y el guion del
tristemente desaparecido Oesterheld. Héctor Germán Oesterheld fue un guionista
argentino, como la copa de un pino. Editó su primer cuento con 23 años y
posteriormente guionizó más de una veintena de cómics, llegando a fundar su
propia editorial (de corta existencia). Durante la dictadura militar, fue
secuestrado por sus ideas políticas (relacionadas con la izquierda social),
junto a sus cuatro hijas, y nunca más se supo de ellos. Le dio tiempo a
guionizar, junto a Solano López, la segunda parte de “El eternauta” (que os
comentaré en una futura entrada en este blog), mientras que el dibujante huía
junto a su hijo a España, una España que despertaba del Franquismo.
“El
eternauta” es un clásico del cómic, en todos los aspectos. Años cincuenta,
invasiones alienígenas (recordad que ya lo comentaba cuando hablaba de “Ultimátum
a la Tierra” del 51), miedos y paranoias, transistores y misiles
intercontinentales, que a visión de hoy te hacen, como mínimo, sonreír. Los
dos, Oesteheld y Solano, son padres del cómic argentino. En mi opinión,
impresionantes e imprescindibles. Más que recomendables.
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