La
verdad es que llevo una buena racha de adquisición de películas interesantes.
Por cinco leuros me he hecho con “La Vergüenza” y “Pasión” de Ingmar Bergman.
Dos señores peliculones. Los dos protagonizados por Liv Ullmann (¡Ay!, qué
guapa Ullmann) y Max Von Sydow.
“La vergüenza” (1968) es la primera que ha
caído. Una película que había visto en mi etapa de instituto, pero que, en
aquel entonces no logré ver en todo su calado y significado. Con un saco de
premios a sus espaldas. “La vergüenza” es una de esas cintas que refleja muy
bien la naturaleza humana.
Jan y Eva Rosenberg son dos músicos. Viven una
idílica vida en una apartada isla, donde huyeron años atrás, intentando
quitarse de en medio la terrible guerra civil que vive el país. Todo es muy
bucólico y muy bonito, criando gallinas y cultivando arándanos, hasta que el
frente llega a la puerta de casa. Entonces aflorarán los verdaderos
sentimientos de la pareja, contradictorios, y una pelea brutal por sobrevivir,
entre ejecuciones, cambios de frentes bélicos y torturas de todo tipo. La
aparición de un antiguo amigo, Jacobi, obsesionado con Eva, no hará más que
empeorar la situación, y el humanismo de ambos irá desapareciendo,
irremediablemente.
Pocas películas muestran lo atroz que debe ser
una guerra como esta. Aquí, la verdad, es que apenas vemos combates, pero si
muchos muertos por el napalm que cae del cielo, y los caídos en las cunetas. La
desevolución que sufre la pareja a lo largo de la cinta es impresionante. La
fotografía espectacular. Los primeros planos hablan más que los propios
personajes, pero lo más impactante, para mí, el mensaje final, claro alegato
contra la guerra, y lo absurdo de la misma. Obligado visionado.
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