sábado, 10 de diciembre de 2016

Trazos de papel. Manuel Ávila


        Volver a leer sobre Aldehuela, ese pueblito del Jerte, y sus habitantes es una maravilla. Si "Recovecos" nos presentó al tío Antonio Chirrimías, Indalencio el Cerote, a Don Facundo... Y a todos aquellos entrañables personajes, con este "Trazos de papel", Manuel Ávila nos invita, de nuevo, a meternos en ese pequeño universo creado por él, que coge trazos de aquí y de allá, y nos sirve una delicia de libro llenos de anécdotas, ocurrencias y pasajes de la peculiar historia del pueblo.

       Aldehuela sabe a Extremadura, huele a cocido, suena a callejas de pueblo, susurros, misas de viejas, pantarujas y dichos populares, sabiduría arcaica, es pura vida, envidiable sin duda, para aquellos que estamos atados al stress de la ciudad o del trabajo. Es un lugar idílico y maravilloso, y como en su primera parte "Recovecos", la lectura amena, grata y la carcajada, están aseguradas. Muy recomendable.

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