Venga,
lo voy a preguntar a bocajarro: ¿Te has enamorado alguna vez de una persona
muchísimo más joven que tú, o viceversa? Pues de eso va “Hola, mi nombre es
Doris” (2015). Es un tema un poco espinoso, hasta donde yo recuerde no se suele
tratar mucho en el cine… Tal vez un poco más en literatura, pero en el cine,
así, a bote pronto, pues como no se me ocurren ejemplos, que seguro que los
habrá.
Hay
que reconocer que no es un peliculón. No es una comedia desternillante, aunque
tiene sus puntos, y desde luego, yo no la calificaría de comedia romántica. ¿Y
a qué viene esta entrada entonces? Hombre, si eres uno de los dos o tres
seguidores fieles que quedan por el blog, sabrás que he escrito críticas sobre
auténticas bazofias cinematográficas. Y eso que no tengo ni p.idea de cine.
Doris
(Sally Field) es una contable, que lleva más años en la empresa que las
Tortugas Ninjas en las alcantarillas, y con un incipiente síndrome de Diógenes.
Un día, coincide en el ascensor con un joven y apuesto ejecutivo, que resulta
trabajar en su misma empresa. Desde entonces, la imaginación de Sally se
dispara, y se enamora perdidamente del chico, mil años más joven que ella. Con
ayuda de un libro de autoayuda, los consejos de una chica de trece años y con
más moral que el Alcoyano, intentará por todos los medios conquistar a este
amor imposible… Pero, no solo la edad es lo que les separa, hay un mundo justo
en la mitad: Redes Sociales, gustos, música, tendencias…
A
ratos divertida, a ratos tediosa, hay que reconocerle a Sally Field las tablas.
Está basada, al parecer, en otra película, un cortometraje, de Laura Terruso,
que lleva el guion igualmente en esta versión. A mi me cogió con el pie
cambiado. Se puede ver.
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