jueves, 19 de diciembre de 2024

Acaba con los vecinos (2024)

 

         “Acaba con los Vecinos” es una película estadounidense de 2024 con grandes dosis de humor, nostalgia roquera, y algo de gore, que dura una hora y veinte minutos y que la rodaron en cinco semanas, un mes y medio de producción… Y ale, a la calle con ella.

         Y ojo, la película es mala, pero yo me he soltado alguna carcajada, tengo que reconocerlo, porque hay partes que me han parecido divertidas, y con puntos muy boomers, con guiños para gente que tiene ya una edad o directamente pasa el medio siglo, pero es coleccionista, escucha la misma música que hace treinta años, o que lleva toda la vida dando palos de ciego, intentando sacar un disco en el caso de nuestro protagonista, sin llegar a ver la oportunidad de hacerlo y de hacerse un hueco en un género musical que hace, precisamente, treinta años, que ya no existe o que pasó de moda.


         “Acaba con los Vecinos” no tiene ningún tipo de pretensiones, sospecho y espero, que la de divertir al espectador con una historia delirante, disparatada, una auténtica diarrea mental, unos diálogos completamente absurdos, donde hasta los actores de doblaje en el español peninsular colaboran con frases que solo entenderán, como os decía anteriormente, espectadores cercanos al medio siglo, como “Quien me pone la pierna encima para que no levante cabeza”, que hace alusión a cierto concursante de las primeras ediciones del infame programa “Gran Hermano” emitido en España hace 25-30 años, ni lo recuerdo… Ni quiero.

        En la narrativa de “Acaba con los Vecinos” tenemos a William Brown, un enjuto y miope técnico de sonido, que supera los 50 tacos, y que vive en un edificio de apartamentos sucios, cochambrosos, con unos vecinos bizarros y surrealistas, que dejan en bragas a los de la serie “Aquí no hay quien viva”, o “La que se avecina”. William es muy fan de un roquero, un músico de rock progresivo de los años ochenta, y se sabe todas sus actuaciones, dichos y diálogos de memoria, aparte de que colecciona vinilos y sorprendentemente tiene novia.


         Trabaja en unos estudios de música prácticamente arruinados, que solo tienen a un músico pretencioso, malo e idiota en nómina, pero que se cree lo mejor del momento. En los aparcamientos, un vagabundo llamado Oddie le pide a William todos los días comida, concretamente croissants, y lanza crípticas profecías y chorradas por un tubo, que, inicialmente, William se toma en serio

         Un día, a su edificio llega Vlad, un vecino repulsivo, guarro como él solo, que a mi me ha recordado un poco al personaje de “Gordo Cabrón” de las películas de Austin Powers. Es un migrante que hace pesas, come pollo frito, babosea a la novia de William y parece tenérsela jurada a nuestro protagonista desde el primer día.


           En un intento por hacer las paces con Vlad, William lo mata. Bueno, es más bien un accidente, y la neurosis, y una pizca de esquizofrenia que albergaban el cerebro de William, se disparan cuando corta en trozos a su vecino para deshacerse del cuerpo. La cabeza y el resto del cuerpo desmembrado de Vlad toman vida, protagonizando toda una serie de escenas locas, locas.

         En su intento por ocultarlo, William es participe directo o indirecto, por accidentes muy cercanos, de las muertes de otros vecinos, o del propio Oddie, que resulta ser aquel músico de Rock progresivo que él admiraba tanto. Pronto, rodeado de muertos vivientes, a cual más idiota e hilarante, se toma en serio su carrera musical, mientras su novia le deja y la policía toma cartas en el asunto.


       En definitiva: “Acaba con los vecinos” es una historia de terror cómica, con un gran doblaje en español, que ayuda a su digestión, y que sin ser de las mejores del género, tienes que ver como lo que es. Una auténtica gilipollez como un castillo de grande, para pasar un buen rato, desconectar y disfrutar de lo absurdo, de la inconsistencia de su guión (que es predecible y flojo como él solo) y de sus buenos efectos especiales, que tienen un regusto clásico de los ochenta, muy al estilo “Creepy”, “Historias de la Cripta” e historietas de aquel terror clásico de hace cincuenta años. Hay una escena protagonizada por Kumail Nanjiani, que hace de segurata, que es delirante, por sus diálogos y las reflexiones que hace en torno a eBay y una maqueta de música.

         Lo dicho, es mala cinematográficamente hablando, pero disfrutable. Su acertada hora y veinte minutos de metraje, ayuda a su digestión, y no es lo más gore que he visto, ni por asomo. Por ello, yo le doy su 5 de rigor, y espero vuestras opiniones al respecto. Lo dejo por aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión me interesa, y lo sabes...