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Que hartera de llorar con la película “El Imaginario”… Ay, es que a uno le pilla el momento sensible, y es un no parar. “El Imaginario” es una película de animación japonesa de 2023, que en su planteamiento, en su estructura, no llega a ser original, porque historias parecidas de perdidas, encuentros y posteriores perdidas finales, las hemos visto ya varias veces en cintas de animación…
Pero la verdad es que no te importa que te la vuelvan a contar una vez más, en una nueva y bonita vuelta de tuerca. Es como aquella frase mítica de “Casablanca”: “Tócala otra vez, Sam”, y disfrutas desde el primer momento de la tonada, aunque ya sabes como va a acabar todo.
“El Imaginario”, como os decía, es una película de animación japonesa de 2023, basada en la novela del inglés A.F. Harrold, con dibujos de Emily Gravett, que ha tenido bastante éxito entre el publico infantil, y no tan juvenil, de hecho Bayona ha llegado a decir refiriéndose al libro: “He tenido la suerte de descubrir de adulto el libro que me habría encantado leer de niño”.
La película es la tercera en nómina de los Studios Ponoc, fundado en 2015, y que bebe en gran parte de los míticos Studios Ghibli, que es de donde proceden gran parte de sus trabajadores. Como curiosidad, la película en Japón se ha titulado “Rudger en el Ático”, y la novela original se titula: “Los Imaginarios”.
En la narrativa tenemos a Amanda. Una nena que ha perdido a su padre, con el que tenía una fuerte vinculación. A la perdida del padre, se suma la ruina de la librería familiar, a la que la madre le está poniendo cierre inminente y acabando con los últimos stocks.
Con ese escenario, Amanda, de desbordante imaginación, se refugia en mundos de fantasía donde vive aventuras extraordinarias junto a su amigo imaginario, Rudger, un chico rubio de su misma edad, con el que tiene establecidas tres reglas, que ya te sueltan desde los primeros minutos, y que si uno es un poco avispado, ya sabe que la narrativa se va a estructurar en ellas, y más cuando lo repiten varias veces… Te dices: esta es la estructura que se va a dinamitar, o a tambalear al menos. Dichas reglas son: Nunca desaparecer, Protegerse mutuamente y no llorar.
Las reglas lo mismo te valen para un amigo imaginario, que para un tratado militar en el marco de la OTAN.
Un día, por la librería, se presenta el hermano perdido del Doctor Robotnik, pero sin erizo azul a su vera. En su lugar, el Sr. Bunting, que es como se llama este personaje que recuerda a otros tantos de los Studio Ghibli, ya que la sombra de Miyazaki es alargada, va acompañado por una versión fantasmal de “Miércoles Addams”, o “Merlina Addams” como es conocida en Hispanoamérica.
El Sr. Bunting es un devorador de imaginarios, con un olfato que dejaría en ridículo a un Fox-terrier, y que descubre en Rudger un auténtico manjar. Además tiene una boca que parece un túnel de metro, con grafitis incluidos, y un poder de succión estomacal propio de una aspiradora industrial.
Bunting quiere devorar a Rudger, y aprovecha el estado de coma de Amanda, que sufre un accidente de tráfico al verse amenazada por el propio Bunting, para perseguirlo.
Solo, Rudger tendrá que confiar en otros imaginarios, que viven en una biblioteca, para sobrevivir, no desaparecer, no ser devorado, y de paso, intentar recuperar a su amiga Amanda, con la que sigue sintiendo una gran vinculación, mientras sostiene una batalla épica y un tanto desigual contra Robotnik… Digo, el Sr. Bunting.
En definitiva: “El Imaginario” es una de esas películas, que, aparte de tocarte la fibra… Yo me harto de llorar como una magdalena... Toca o va tocando a lo largo de su hora y cuarenta y cinco minutos de metraje, otras tantas cuerdas: El hacerse mayor o adulto por parte de los niños, que van perdiendo amigos imaginarios por el camino, fantasía, creatividad… La perdida de seres queridos, o incluso la muerte y desaparición no ya de un ser querido, sino de uno mismo, algo que es inexorable… Igualmente, maneras de afrontar tristeza y soledad… El papel de los libros y de la imaginación en nuestras vidas, y otras tantas lecturas que se le pueden sacar a la historia. Llama la atención que, de los amigos imaginarios, solo dos tengan forma humana, y las referencias a Beethoven y a Picasso, en cuanto al tema de la imaginación.
En definitiva: Yo le doy un 6,5 de nota. Es previsible como ella sola, pero juega muy bien con el drama, y sabe tocar, como os decía anteriormente, las fibras que hay que tocar...
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