Con tanta fuerza que se ha colado como película más vista en la plataforma Netflix España, “Fabricante de Lágrimas” (Netflix, 2024) es una película italiana basada en un libro de la escritora, también italiana, Erin Doom, que lleva desde 2021 vendiendo libros como churros, y que se ha convertido en un auténtico best-seller, pero que yo os tengo que confesar que no me he leído y ni pienso… Más que nada, porque no es lo que suelo leer, y tampoco tengo demasiado interés en ello.
El libro no sé cómo será. La película ya os adelanto que me ha parecido bastante mala. Y vosotros diréis… Pues bien empezamos. Hombre, os lo digo porque no os quiero engañar, y “Fabricante de Lágrimas” tiene elementos que ya hemos visto en otras películas por el estilo, con escenas que rozan el videoclip, muy visuales, y con malos estrambóticos en todos los sentidos, pero con muy poco fondo narrativo en realidad…
En la narrativa tenemos a Nica, una chica de ocho años que viaja con sus padres biólogos en mitad de la nada cuando un camión estadounidense de 80 toneladas y con perfecta visibilidad, se les echa encima. Los padres de Nica fallecen en el acto, y a Nica la olfatea un perro callejero, y cuando despierta va camino a un orfanato dirigido por la mujer-mosca, una tipa que se le aparece a Tim Burton en sus sueños más íntimos.
El orfanato estaba organizado de tal manera que haría palidecer a cualquier campo de concentración del III Reich, con la directora de turno que vemos siempre en este tipo de películas que es un hueso, maltrata a los nenes, es un callo y todo lo que le quieras añadir… Y tras varios siglos, que a nosotros nos han parecido 20 segundos, la vienen a adoptar con 16 años. Sus padres adoptivos aprovechan que hay un dos por uno, y se llevan también a Rigel. Un chico que toca el piano, con fama de problemático y que parece que no quiere ni ver en pintura a Nica… La parejita, vamos.
Nica se siente atraída por Rigel, que en plena adolescencia toma pastillas como lacasitos, el típico guaperas cuadrado, que llama a Nica “Polilla”, y tiene mucho mundo interior…
Ya el primer día, los hermanos causan sensación en el instituto. Rigel la lia, y Nica se echa de amigas a una friki y a la nieta perdida, precisamente, y sale por segunda vez a la palestra, de Tim Burton.
Las idas y venidas al pasado de ambos, en continuos flashbacks, son habituales, y así nos vamos enterando de que “El fabricante de lágrimas” es una leyenda que se contaba en el orfanato, relacionada con un tipo forjador de todos los miedos, deseos, que comparten los seres humanos… Con esta estratagema, nos vamos enterando del pasado de los dos. Todo esto mientras los dos van incrementando la temperatura hormonal a un ritmo trepidante, que ya sabes que aquí en realidad lo que hay es unas ganas tremendas de representar la Caída de Roma.
Y hasta aquí os voy a contar, que para eso tenemos activada la función de un 50%de spoilers, y lo que viene es más de los mismo en este tipo de películas, a la que solo le faltan vampiros y hombres lobos…
En definitiva: Película romántica, drama de carácter adolescente, con triángulos amorosos y personajes secundarios poco desarrollados en muchos aspectos, con un pasado típico-tópico que acapara las subtramas y por lo tanto cerradas de antemano, o casi cerradas. A la infancia narrada de ambos solo le falta Charly, el de la Fábrica de Chocolate, y lo del “Fabricante de Lágrimas” está metido y pegado con cinta de embalar, casi como una excusa… Lo que no tengo claro es si en la película son italianos, gringos… Porque si son italianos haciendo de gringos, no se ve ni una bandera yanqui por mucho carro, instituto y cartelitos en inglés que haya, y eso es un fallo.
El final me ha dejado frío, seco, y no me ha convencido, como el resto de la película. Una hora y cuarenta minutos de película es un metraje excesivo para tan poco. Personalmente le doy un 4 de nota, y creo que me estoy excediendo. Lo mejor de la película, el gato Klaus. El libro no sé cómo estará, pero estas historias ya las hemos visto mil millones de veces...
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