Como Netflix se ha empeñado en
bombardearnos con material (series, películas a raudales) referido a las
Navidades (y cuando escribo estas líneas aún falta un mes largo para dicha
festividad), me he tenido que meter en una docuserie, o serie documental directamente,
al ver el anuncio de su Tercera Temporada, que sigue las pautas y comparte
título con un clásico de la televisión: “Misterios sin Resolver”.
La serie que comenzó en 1987 y
que alcanzó quince temporadas y 582 episodios (creo recordar, porque no lo he
buscado), se convirtió pronto en un habitual de los televisores estadounidenses,
y en material que yo, sin ir más lejos, veía subtitulado hace unos pocos años
(con varias décadas de retraso, hay que reconocerlo).
Ovnis, desapariciones… Hacían
las morbosas delicias de los telespectadores que seguían con interés esos
misterios narrados y recreados con gran acierto.
Por ello, y dadas las
alternativas, me he tragado estos días la Primera temporada de “Misterios sin
Resolver” (Netflix, 2020), que consta de seis capítulos, en un total de cinco
horas de metraje, que van desde los 39 minutos (el que menos) hasta los 52
minutos (el que más).
Los capítulos son: “El Misterio del tejado”, “13 minutos”, “La Casa del Terror”, “Vuelta a casa”, “El Ovni de Berkshire” y “Testigo desaparecida”. La serie juega un poco con el espectador en los capítulos referidos a “supuestos desaparecidos”, en los que la mayoría de los casos presentados aparece el cuerpo al cabo de una temporada de investigación, y el misterio gira en torno al por qué, o cómo fue el tema…
De todos ellos, solo “La Casa del Terror” se desarrolla fuera de Estados Unidos
(en Francia concretamente), mientras que el que me ha parecido más interesante,
y curiosamente es el más corto en duración, ha sido “El Ovni de Berkshire”.
Algunos de los episodios parecen de relleno. ¿Le sobra metraje? No lo dudes,
pero he de decir que he estado entretenido casi una semana con estos casos. La
dejo a vuestra elección, ya me diréis que os ha parecido.
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